Los Milagros de Algarrobo del Águila
Había una vez un pequeño pueblo en el oeste pampeano llamado Algarrobo del Águila. Era tan pequeño que apenas contaba con una decena de casas, una escuela y una gran cancha de fútbol donde todos los niños del pueblo se reunían a jugar.
Entre esos niños estaba Tomás, un chico curioso y soñador que quería descubrir todas las maravillas del mundo. Un día, mientras jugaban en la cancha, Tomás lanzó la pelota tan fuerte que salió volando por el aire y terminó en el jardín de Doña Ana, la señora más mayor del pueblo. Doña Ana era conocida por ser un poco cascarrabias pero, en el fondo, todos la querían.
"¡Cuidado!" - gritó Julián, el mejor amigo de Tomás.
"No te preocupes, la iré a buscar" - respondió Tomás con valentía, acercándose al jardín de Doña Ana.
Cuando llegó, vio que en el jardín había un hermoso algarrobo, que era el árbol más viejo y gigante del pueblo. Tomás se acercó a la sombra del árbol y notó algo extraño.
"¿Doña Ana?" - llamó, un poco nervioso.
"¿Quién es?" - respondió ella asomando su cabeza por la ventana. "Es solo Tomás, vine a buscar la pelota..."
"Mmm, no tengo idea de dónde está, pero mientras estás aquí, ven y ayúdame a quitar estas ramas secas" - dijo Doña Ana, sorprendiendo al chico.
Tomás la ayudó, y mientras trabajaban, Doña Ana empezó a compartir historias sobre el pueblo y sus leyendas. Una de ellas era sobre un tesoro escondido que, según contaban, estaba debajo del algarrobo. La curiosidad de Tomás creció y no podía dejar de pensar en el tesoro.
Al volver al juego, le contó a Julián acerca del tesoro escondido.
"¿Vamos a buscarlo?" - propuso Julián con emoción.
"Sí, pero debemos tener cuidado, ¡no queremos que Doña Ana se enoje!" - respondió Tomás.
Al día siguiente, Tomás y Julián se armaron con palas y se dirigieron al algarrobo. Cuando llegaron, comenzaron a cavar con mucha energía. Pero al poco tiempo, se dieron cuenta de que estaban haciendo ruido y, de repente, apareció Doña Ana.
"¿Qué hacen, niños?" - preguntó con los brazos cruzados.
"Nada, solo... queríamos ver si encontrábamos algo" - balbuceó Tomás.
"¿Algo como un tesoro?" - preguntó Doña Ana con una sonrisa en sus labios.
"Sí, se dice que hay un tesoro escondido aquí" - confesó Julián.
Doña Ana los miró y decidió hacer un pacto con ellos.
"Los ayudaré a buscarlo, pero tendrán que ayudarme a cuidar este algarrobo. Es muy especial y necesita amor y cuidado" - dijo ella, sonriendo.
Tomás y Julián aceptaron emocionados el trato. Así, todos los días después de la escuela, se juntaban con Doña Ana para cuidar del algarrobo. Regaban sus raíces, recogían hojas secas y lo protegían del sol. Con el tiempo, la relación entre Doña Ana y los chicos se volvió entrañable; incluso les contaba más historias y secretos del pueblo.
Un día, mientras cavaban, algo brilló en la tierra. Era una vieja caja de madera. Con mucho esfuerzo, la sacaron a la superficie.
"¿Qué será?" - preguntó Tomás, temblando de emoción. La abririeron y encontraron ¡un montón de objetos antiguos y fotos de gente del pueblo!"¡Es un tesoro de recuerdos!" - exclamó Julián.
Doña Ana los miró con ternura y explico que esos objetos pertenecían a sus antepasados, quienes habían fundado Algarrobo del Águila.
"Estos son los verdaderos tesoros, chicos. Las historias y recuerdos que nos conectan con nuestras raíces son más valiosos que cualquier oro" - afirmó Doña Ana con sabiduría.
Desde aquel día, Tomás y Julián se sintieron aún más conectados con su pueblo y decidieron organizar una exposición en la escuela para mostrar el tesoro a todos. Así, los habitantes de Algarrobo del Águila comprendieron la importancia de preservar su historia y sus tradiciones.
A través de un simple juego, Tomás y Julián no solo encontraron el verdadero tesoro, sino que también ayudaron a su comunidad a unirse y valorar su pasado. Y cada vez que alguien pasaba junto al algarrobo, recordaban que los tesoros más grandes de la vida son aquellos que se encuentran en los corazones y las memorias de las personas.
Y así, en el pequeño y amado pueblo de Algarrobo del Águila, la leyenda del tesoro escondido se convirtió en una historia de amor por su historia, creando lazos entre generaciones.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.