Los misteriosos tesoros de los Huermitos



Un día soleado, mientras caminaba por el barrio, mis ojos se posaron en unas huellas en la vereda. Eran pequeñas y profundas, diferentes a las que había visto antes. Mi curiosidad se despertó al instante y decidí seguirlas.

- ¡Voy a descubrir quién dejó estas huellas tan misteriosas! -exclamé emocionado. Comencé a seguir las huellas con cuidado, tratando de no perderme ni un solo detalle.

Me llevaron hasta un parque cercano, donde me encontré con una sorpresa inesperada: allí había un grupo de animalitos diminutos reunidos alrededor de una mesa. - ¡Hola! ¿Quiénes son ustedes? -pregunté asombrado. - ¡Oh! ¡Un humano! -dijo una vocecita aguda-.

Somos los Huermitos, criaturas mágicas que viven en la ciudad pero siempre nos escondemos para que nadie nos encuentre. Los Huermitos eran unos seres muy especiales. Tenían forma humana pero eran del tamaño de una nuez y tenían alas como las mariposas.

Además, cada uno tenía habilidades únicas que los hacían especiales. - Estoy buscando al responsable de estas huellas tan peculiares en la vereda -expliqué-. ¿Alguno de ustedes sabe algo? Una Huermita llamada Violeta levantó su manito y dijo:- Fui yo quien dejó esas huellas.

Soy experta en rastrear tesoros ocultos bajo tierra. Todos los demás Huermitos miraron a Violeta con admiración. Parecía que había algo emocionante por descubrir. - ¿Un tesoro? ¡Eso suena genial! -exclamé emocionado-.

¿Me permiten unirme a ustedes en esta aventura? Los Huermitos asintieron con alegría y juntos nos adentramos en el parque. Siguiendo las huellas de Violeta, llegamos a un árbol antiguo y frondoso.

- Aquí está el tesoro escondido -dijo Violeta, señalando una pequeña puerta camuflada entre las raíces del árbol. Abrimos la puerta y nos encontramos con un mundo mágico lleno de maravillas. Había flores gigantes que bailaban al son del viento, arroyos cristalinos donde nadaban peces brillantes y árboles que susurraban secretos al oído.

- ¡Es hermoso! -susurré, maravillado por aquella vista tan increíble. Pero lo más sorprendente estaba aún por venir. En medio de aquel paraíso se encontraba un libro antiguo con páginas doradas.

Era el libro de los conocimientos perdidos, capaz de responder cualquier pregunta que tuvieras en mente. - Este es nuestro verdadero tesoro -dijo Violeta-. Con este libro podemos aprender cosas nuevas todos los días y compartir nuestros conocimientos con otros.

Pasamos horas explorando aquel lugar mágico y aprendiendo cosas fascinantes gracias al libro. Los Huermitos me enseñaron sobre la importancia del trabajo en equipo, la amistad y el valor de seguir nuestras pasiones. Al finalizar nuestra aventura, volvimos al parque donde nos habíamos conocido.

Los Huermitos volvieron a esconderse y yo regresé a casa, llevando conmigo la magia de aquel día. Desde entonces, siempre que veo huellas en la vereda, mi curiosidad se despierta de nuevo.

Nunca sabes qué sorpresas pueden estar esperándote si decides seguir las pistas y explorar el mundo que te rodea.

Y así, gracias a los Huermitos y su misterioso tesoro, aprendí que la vida está llena de aventuras por descubrir y que cada paso puede llevarnos a lugares inimaginables.

FIN.

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