Los monstruos amigables del Bosque Encantado
Había una vez en el Bosque Encantado, tres amigos muy especiales: Catalina, Clara y Juan. Ellos eran monstruos, pero no cualquier tipo de monstruos. Eran monstruos amigables y divertidos que vivían felices en su pequeña cueva.
Un día, mientras jugaban a las escondidas, escucharon un ruido extraño proveniente del otro lado del bosque. Curiosos como siempre, decidieron ir a investigar qué era lo que estaba pasando.
Al llegar al lugar del ruido, se encontraron con un grupo de animales asustados por un incendio que se había desatado en el bosque. Los árboles estaban envueltos en llamas y los animalitos no sabían qué hacer. Catalina, Clara y Juan sabían que tenían que ayudar de alguna manera.
Juntos idearon un plan para apagar el fuego utilizando sus habilidades especiales. Catalina tenía la capacidad de lanzar agua desde su boca como una fuente mágica. Clara podía soplar aire frío que enfriaba todo a su paso.
Y Juan tenía manos gigantes con las cuales podía agarrar grandes cantidades de tierra. Así que Catalina empezó a lanzar agua sobre las llamas mientras Clara soplaba aire frío para evitar que el fuego se extendiera aún más.
Mientras tanto, Juan utilizaba sus manos gigantes para arrojar tierra sobre las partes ya apagadas para asegurarse de que no volvieran a encenderse. Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron extinguir el incendio por completo.
Los animales estaban muy agradecidos con ellos y les dieron un gran abrazo. A partir de ese día, Catalina, Clara y Juan se convirtieron en los héroes del Bosque Encantado. Todos los animales los admiraban y respetaban por su valentía y amabilidad.
Pero no todo terminaba ahí. Un nuevo desafío se presentó cuando descubrieron que algunos árboles habían quedado dañados por el fuego. Sin dudarlo, decidieron plantar nuevos árboles para ayudar a restaurar el bosque.
Catalina usó su agua mágica para regar las semillas mientras Clara soplaba aire fresco sobre ellas para darles vida. Y Juan utilizó sus manos gigantes para cavar hoyos profundos donde las semillas podrían crecer fuertes y sanas.
Con mucho amor y dedicación, lograron hacer crecer nuevos árboles en todo el bosque. Poco a poco, la vida volvió a florecer y el Bosque Encantado recuperó su esplendor.
Catalina, Clara y Juan comprendieron que no importa cómo te veas por fuera; lo importante es cómo eres por dentro y cómo ayudas a los demás. Aprendieron que cada uno tiene habilidades únicas que pueden utilizar para hacer del mundo un lugar mejor.
Y así, vivieron felices en su cueva del Bosque Encantado, siempre dispuestos a ayudar a quien lo necesitara con una sonrisa en sus rostros monstruosos pero amigables.
FIN.