Los monstruos de la cama
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Dulce Sueño, donde todos los niños dormían felices en sus camas.
Sin embargo, un día algo extraño comenzó a suceder: los niños se despertaban asustados en medio de la noche asegurando que habían visto monstruos bajo sus camas. Los padres, preocupados por las pesadillas de sus hijos, intentaban consolarlos diciendo que los monstruos no eran reales, que solo estaban en su imaginación.
Pero los niños insistían en lo contrario y cada noche el miedo se apoderaba de ellos al irse a dormir. Un niño llamado Mateo era uno de los más afectados por esta situación.
Cada noche se acostaba temblando de miedo y apenas podía cerrar los ojos pensando en los monstruos debajo de su cama. Un día, decidió enfrentar su miedo y descubrir la verdad sobre esos seres tenebrosos. Una tarde, mientras jugaba en su habitación, escuchó un ruido proveniente debajo de su cama.
Con valentía se arrodilló y levantó la sábana para encontrarse con... ¡un grupo de diminutos monstruos! Pero para sorpresa de Mateo, no eran criaturas horribles como esperaba; eran adorables y simpáticos monstruitos con grandes ojos brillantes.
"¡Hola! -dijo el monstruo más grande con una sonrisa-. Somos los Monstruos Cama Infantil y vinimos aquí para jugar contigo". Mateo quedó perplejo ante aquella revelación.
Los Monstruos Cama Infantil le explicaron que ellos no querían asustarlo sino hacer amigos con los niños del pueblo. Habían estado escondidos todo este tiempo porque tenían miedo de ser rechazados por ser diferentes. "Lo siento mucho por haberme asustado", dijo Mateo avergonzado. "No sabía que ustedes eran amigables".
Los Monstruos Cama Infantil rieron y le dijeron a Mateo que entendían su reacción pero que estaban felices de haberlo conocido. Desde ese día, Mateo les permitió quedarse debajo de su cama y juntos vivieron grandes aventuras nocturnas llenas de diversión.
La noticia sobre los Monstruos Cama Infantil se extendió rápidamente por el pueblo y pronto todos los niños quisieron hacerse amigos de estas entrañables criaturas. El miedo desapareció y las noches volvieron a ser tranquilas y pacíficas en Dulce Sueño.
Y así, gracias a la valentía y apertura mental de un niño llamado Mateo, todos aprendieron una importante lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia ya que la verdadera amistad puede surgir cuando menos lo esperamos.
FIN.