Los Mosquitos del Teatro



Un día soleado en el barrio, la familia Mosquitovich decidió que era hora de mostrar su talento en un espectáculo teatral. Papá Mosquitovich, un mosquito aventurero, dijo emocionado:

"¡Chicos, hoy vamos a brillar en el escenario!"

Mamá Mosquitovich, con su voz suave y dulce, agregó:

"Podemos cantar y actuar. Siempre hemos tenido un sueño: ser grandes artistas."

Los pequeños Mosquitovich, Lila y Tito, saltaron de alegría. Tenían muchas ganas de participar, pero había un problema: nunca habían estado en un teatro.

"¿Cómo se hace un espectáculo?" preguntó Tito, que era el más pequeño.

"No se preocupen, yo les voy a enseñar. Solo necesitamos el micrófono que encontré en el parque. Es perfecto para transmitir nuestra voz al público."

La familia Mosquitovich se preparó rápidamente. Papá Mosquitovich hizo un guion sobre la vida en el jardín, lleno de risas y aventuras, mientras que Lila y Tito practicaban sus canciones.

Cuando llegaron al teatro, se sorprendieron. El lugar era inmenso, con luces brillantes y un gran escenario.

"¡Wow! Esto es más grande de lo que imaginaba!" exclamó Lila con ojos desorbitados.

Mientras preparaban todo, un grupo de insectos estaba ensayando en el escenario. Eran unos saltamontes que hacían piruetas y cantaban canciones alegres.

"Mira, Lila, hay más insectos!" dijo Tito emocionado.

Los Mosquitovich se acercaron para presentarse, y al instante, los saltamontes fueron muy amables.

"¡Hola, amigos! ¡Bienvenidos al teatro! ¿Están listos para su primera actuación?" preguntó uno de ellos con una gran sonrisa.

Los Mosquitovich se sintieron un poco nerviosos. Lila murmuró:

"¿Y si no les gusta nuestro espectáculo?"

Lanzando un suspiro profundo, Papá Mosquitovich respondió:

"Nadie nace siendo un gran artista. Lo importante es intentarlo y divertirse mientras lo hacemos."

Cerca de la hora del show, un murciélago muy conocido en el barrio, el señor Murci, entró al teatro. Todos silenciaron sus conversaciones, porque se decía que él era muy crítico.

"Ojalá los Mosquitovich hagan un buen trabajo. No quiero que se sientan mal", comentó uno de los saltamontes.

Finalmente llegó el momento. La familia Mosquitovich se paró en el escenario frente a una multitud de insectos, a los que les brillaban los ojos. Papá Mosquitovich tomó el micrófono y dijo:

"¡Hola a todos! Somos la familia Mosquitovich y hoy les contaremos sobre nuestras aventuras en el jardín."

Empezaron a actuar, y aunque al principio estaban nerviosos, pronto se sintieron en casa. Lila y Tito empezaron a cantar y, poco a poco, el miedo se desvaneció. La audiencia se sumó a la diversión.

"¡Qué bien cantan los Mosquitovich!" comentó una luciérnaga que iluminaba el espacio.

Justo cuando creían que todo iba sobre ruedas, Tito olvidó su parte, y con un gran nervio, balbuceó:

"Eeh... ¡Yo no sé qué decir!"

Papá Mosquitovich le sonrió y declaró:

"Está bien, Tito. ¡Improvisemos juntos!"

En lugar de caer en la desesperación, Papá Mosquitovich empezó a contar un chiste sobre un pez que no quería mojarse. La sala se llenó de risas. Los otros insectos empezaron a participar, y todos juntos improvisaron un final sorprendente, donde todos los personajes del jardín se unieron en una canción festiva. El murciélago, al ver el entusiasmo del público, sonrió satisfecho.

Al finalizar el espectáculo, todo el mundo aplaudió y vitoreó. Papá Mosquitovich tomó el micrófono nuevamente, esta vez para agradecer:

"Gracias a todos por ser tan increíbles. Lo más importante es haber disfrutado y haber compartido un momento juntos."

El señor Murci, con su voz profunda, se acercó a ellos y dijo:

"¡Magnífico trabajo, Mosquitovich! La improvisación fue brillante. Hay que recordar que a veces las cosas no salen como uno espera, pero eso puede traer sorpresas maravillosas!"

La familia Mosquitovich se sintió muy feliz al escuchar eso, y Tito preguntó:

"¿Podemos volver a actuar otra vez?"

"¡Por supuesto! La vida es un espectáculo y siempre hay lugar para más arte." respondieron los saltamontes.

Desde ese día, la familia Mosquitovich se convirtió en el alma del teatro, compartiendo diversos cuentos y canciones, aprendiendo a disfrutar de cada momento y a hacer amigos en el camino.

Y así, cada vez que había un espectáculo, todo el jardín se reunía para ver a sus nuevos amigos en acción.

FIN.

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