Los Moustros del Centro Educativo Santo Domingo



Era un día soleado en el Centro Educativo Santo Domingo, donde un grupo de jóvenes moustros se preparaba para su primer día de clases en primer grado. Cada uno de ellos tenía habilidades únicas que los hacían especiales.

Estaba Trum, el moustro fuerte con grandes músculos y un corazón gigante. Su habilidad especial era hacer que todo lo que tocaba fuera súper fuerte. A su lado estaba Fifi, una moustro con un sombrerito mágico que podía hacer aparecer cosas sorprendentes al decir un conjuro. Junto a ellos estaba Zapa, que podía correr más rápido que un rayo gracias a sus patas ágiles. Por último estaba Miki, una moustro muy sabia con la capacidad de resolver acertijos en un abrir y cerrar de ojos.

"Chicos, estoy tan emocionado por empezar las clases", dijo Trum, golpeando el suelo con un puño con entusiasmo.

"¡Sí! ¿Qué aprenderemos hoy?", preguntó Fifi mientras movía su sombrero lleno de estrellas.

"Espero que tengamos matemáticas, me encanta contar", dijo Zapa muy emocionada.

"Yo quiero aprender sobre las constelaciones. Siempre tengo tantas preguntas", comentó Miki, ajustándose sus gafas.

Al llegar al aula, la maestra, la señora Muriel, les dio la bienvenida: "Hola, pequeños moustros. Hoy comenzaremos un proyecto especial donde utilizaremos nuestras habilidades para ayudar a la comunidad del bosque."

Los moustros se miraron entre sí, llenos de curiosidad. "¿Cómo ayudaremos a la comunidad?", preguntó Zapa.

La señora Muriel sonrió y explicó: "Hay un viejo árbol en el bosque que necesita ser reparado, y necesitamos ideas creativas para hacerlo. Este árbol es el hogar de muchos animales, así que es muy importante ayudarlo."

Los moustros comenzaron a discutir ideas.

"Yo puedo usar mi fuerza para empujar las ramas caídas", ofreció Trum.

- “Y yo puedo hacer aparecer herramientas con mi sombrerito”, alegró Fifi.

"Yo correré a buscar todo lo que necesitemos”, agregó Zapa feliz.

- “Y yo resolveré cualquier problema que tengamos en el camino”, dijo Miki segura.

Entonces, todos decidieron que su primer paso sería ir al bosque a ver el árbol. Al llegar, se dieron cuenta de que el árbol estaba muy lastimado y triste. Trum empezó a mover ramas, Fifi hizo aparecer una soga mágica para unir las ramas rotas, Zapa corrió por el bosque reuniendo hojas y flores para arreglarlo, y Miki se quedó pensando en cómo organizar el trabajo.

Mientras trabajaban, de repente, notaron que una familia de conejitos estaba tratando de llegar al árbol, pero estaban asustados por un gran bicho que los acechaba.

"¿Qué hacemos?", preguntó Zapa preocupada.

"Debemos ayudar a los conejitos", insistió Miki.

"Yo puedo usar mi fuerza para asustar al bicho", dijo Trum decidido.

"Y yo haré un hechizo para darle color a la oscuridad y que no los asuste más", agregó Fifi.

Así que, Miki ideó un plan. Trum se acercó al bicho y lo asustó con su rugido, mientras Fifi usaba su sombrerito mágico para hacer que las sombras del bosque se llenaran de colores brillantes. Zapa no se detuvo y animó a los conejitos a que corrieran hacia el árbol.

Con el problema solucionado, los conejitos se sintieron seguros y pudieron acercarse a los moustros, agradeciendo con saltos llenos de alegría.

"¡Gracias! ¡Son los mejores!", exclamaron los conejitos.

Con el árbol reparado y los conejitos a salvo, los moustros se sintieron orgullosos. La señora Muriel los felicitó: "Han demostrado que trabajando en equipo y aprovechando sus habilidades, pueden lograr cosas maravillosas."

Al final del día, todos regresaron a casa brillando de felicidad.

"¡Hoy fue un gran día!", dijo Zapa.

"¡Sí! ¡Podemos ayudar a más animales!", respondió Fifi, soñando con el próximo proyecto.

Y así, los moustros del Centro Educativo Santo Domingo aprendieron que, con cooperación y amistad, podían ser los mejores en cualquier aventura. Se prometieron seguir uniendo sus talentos para ayudar a todos, porque juntos eran imparables.

Desde entonces, cada día de clase se convirtió en oportunidad para aprender y ayudar, y los moustros continuaron creciendo como grandes amigos y héroes del bosque.

FIN.

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