Los niños y el misterioso viaje al universo



Era una tarde brillante en el pueblo de Estrellita, donde un grupo de amigos pasó su tiempo juntos explorando cada rincón del vecindario. Entre ellos estaban Emma, Tomás, Sofía y Leo. Un día, mientras jugaban cerca del lago, encontraron un viejo telescopio cubierto de hojas.

"¿Qué será esto?" - preguntó Sofía, sacudiendo la rama de un árbol.

"Parece un telescopio, ¡podríamos ver estrellas!" - exclamó Leo emocionado.

"¿Pero cómo funciona?" - agregó Tomás, un poco dudoso.

"¡Mirá!" - dijo Emma, limpiando el polvo del telescopio. "Voy a probarlo."

Después de unos minutos de ajustar el telescopio, Emma lo enfocó hacia el cielo.

"¡Guau! ¡Puedo ver una estrella brillante!" - gritó.

Los amigos se reunieron alrededor de Emma y miraron a través del telescopio. "Esto es increíble", dijo Sofía, contemplando la belleza del cielo.

De repente, mientras todos miraban, una luz brillante zumbó y pasó volando por encima de ellos.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Tomás, un poco asustado.

"¡Parece una estrella fugaz!" - dijo Leo, con los ojos abiertos de par en par.

"Hagamos un deseo" sugirió Emma.

Justo cuando los cuatro hicieron sus deseos, el viento sopló fuerte, y de repente, se encontraron en un lugar completamente diferente. Era un mundo lleno de colores vibrantes y criaturas asombrosas.

"¿Dónde estamos?" - preguntó Sofía, mirando a su alrededor.

"Este debe ser el universo que queremos descubrir" - dijo Leo, sentándose en el césped multicolor.

"¡Miren esas estrellas!" - señaló Tomás, que ya estaba pensando en subir al siguiente nivel.

Los niños comenzaron su aventura, explorando planetas llenos de ríos de luz y montañas que chisporroteaban. De pronto, se encontraron con un pequeño ser espacial llamado Pequeñosombra, que era una mezcla entre un gato y una estrella.

"¡Hola! Bienvenidos al universo. Estoy aquí para guiarlos en su aventura" - dijo Pequeñosombra con una voz suave.

"¡Qué genial!" - respondió Emma.

"¿Qué podemos hacer aquí?" - preguntó Sofía, intrigada por el colorido ambiente.

Pequeñosombra les mostró diferentes planetas donde podían aprender sobre la inolvidable diversidad del universo. En un planeta cubierto de flores, aprendieron sobre las constelaciones y los mitos que cada estrella contaba. En otro, conocieron seres que tocaban música con los rayos del sol, enseñándoles la importancia de la armonía y la amistad.

Sin embargo, cuando estaban disfrutando en un planeta de nubes, sintieron que el cielo comenzó a oscurecerse.

"¡Rápido! Busquemos un lugar seguro" - gritó Sofía.

"¡Agárrense! Necesito llevarlos a un lugar más seguro" - dijo Pequeñosombra, mientras los envolvía con su luz.

Lograron escapar justo a tiempo.

"¿Qué estaba pasando?" - preguntó Tomás, temblando.

"Una tormenta cósmica, pero todo estará bien" tranquilizó Pequeñosombra.

"Debemos regresar a casa donde podemos contarles a los demás sobre nuestros descubrimientos" - sugirió Leo.

Pequeñosombra asintió, y con un movimiento mágico, los llevó de vuelta al lago donde todo había comenzado. Rápidamente, los amigos se abrazaron, llenos de alegría y emoción.

"No puedo creer que el universo sea tan increíble" - exclamó Emma.

"Sí, y aprendimos que el conocimiento es el verdadero tesoro" - añadió Sofía.

"Hagamos un plan para seguir explorando juntos" - dijo Tomás sonriendo.

"Y ¡sigamos mirando al cielo!" remató Leo, y todos sintieron que la aventura del universo apenas comenzaba.

FIN.

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