Los Niños y las Caries
Era una hermosa mañana en el barrio de El Cuento, donde todos los niños estaban ansiosos por salir a jugar. Entre risas y juegos, se encontraban dos amigos inseparables: Mia y Lucas. Ambos compartían una pasión por los dulces, pero también un gran secreto: las caries que habían comenzado a aparecer en sus dientes.
Un día, mientras jugaban, Lucas dijo:
- ¡Mia! ¿Viste que Sofía tiene la sonrisa más bonita del barrio?
- Sí, es cierto. Y siempre dice que se cepilla los dientes después de cada comida. ¡Quizás eso tenga algo que ver! - respondió Mia, mirando sus propios dientes con preocupación.
A partir de ese día, Mia se obsesionó con la idea de tener una sonrisa como la de Sofía. Decidida a hacerlo, propuso a Lucas que juntos intentaran mantener sus dientes sanos:
- ¿Qué te parece si nos hacemos un plan, Lucas? ¡Vamos a cuidar nuestros dientes!
- ¡Buena idea! Pero, ¿cómo hacemos?
Los dos amigos decidieron visitar a la dentista, la doctora Alejandra, quien les enseñó cómo prevenir las caries. La doctora les mostró un cuadro gigante con imágenes de dientes limpios y dientes con caries.
- Miren, aquí pueden ver la diferencia. ¿Quieren tener dientes sanos y fuertes como estos? - preguntó la doctora, sonriendo.
- ¡Sí, claro! - respondieron al unísono.
Luego, la doctora Alejandra les enseñó la regla de las 3 'C': cepillarse tres veces al día, comer frutas y verduras, y chalear (hacer charlas) sobre lo bueno que es cuidar los dientes. En ese momento, Lucas se acordó de otro amigo:
- ¡Huy! Debemos contarle a nuestro amigo Tito. Últimamente no para de comer golosinas.
Así que, emocionados, Mia y Lucas fueron a buscar a Tito. Cuando lo encontraron, estaban decididos a ayudarlo:
- ¡Tito! Sabemos que te encantan los caramelos, pero queremos que tengas la sonrisa más linda del barrio. ¿Te gustaría que te contemos nuestro secreto? - sugirió Mia.
- ¡Claro! - respondió Tito, intrigado.
En ese instante, Luca tomó la delantera y compartió lo que habían aprendido con la doctora Alejandra. Tito escuchaba atentamente, pero había algo que lo preocupaba:
- Pero, ¿y los caramelos? No puedo dejar de comerlos.
- ¡Podemos hacer un trato! - propuso Mia. - No dejar de comer caramelos, sino moderarlos. Además, podemos cepillarnos después de comer dulces y elegir las frutas en vez de gomitas a veces.
Tito sonrió al escuchar la idea. Comenzaron a planear un jardín de frutas en el patio de la escuela, donde podrían plantar fresas, manzanas y naranjas que luego podrían compartir.
- Y así, mientras disfrutamos de nuestros caramelos, también podremos tener una rica merienda saludable. - agregó Lucas entusiasmado.
A los días, los tres amigos, con la ayuda de sus compañeros, comenzaron a plantar las semillas de diferentes frutas. Al mismo tiempo, establecieron un club llamado "Los cuidadores de sonrisas" donde se comprometieron a estar al tanto de su higiene bucal. Cada semana tenían una reunión donde compartían trucos sobre cómo cuidarse y se ayudaban mutuamente a recordar cepillarse.
Sin embargo, no todo era fácil. A veces, se olvidaban de cepillarse, especialmente después de una tarde llena de juegos. Una noche, después de un cumpleaños con muchas golosinas, Mia se dio cuenta de que había olvidado lavarse los dientes.
- ¡No! ¿Qué hice? - pensó, preocupado. - ¡Mamá, creo que tengo caries!
- No te asustes, hija. Vamos a ver a la doctora Alejandra mañana, si es que sientes alguna molestia. ¡Recuerda que estamos aprendiendo!
Al día siguiente, Mia fue a la consulta y la doctora alejada le explicó y tranquilizó:
- Lo mejor que puedes hacer es cuidar de tu higiena de ahora en más, hay tiempo para mejorar. Y esa experiencia puede ayudarte a no olvidarte en el futuro.
Mia volvió a buscar a Lucas y Tito, y con una gran determinación les contó lo que había pasado:
- ¡Amigos! Chicos, aprendí algo importante; todos podemos cometer errores. Lo importante es que aprendamos de ellos. Hay que cuidarse siempre.
- ¡Oh, Mia! No te preocupes. Lo hemos estado haciendo juntos y lo vamos a mejorar juntos también. - dijo Tito, dándole un abrazo.
Y así, los tres amigos se apoyaron el uno al otro con mucha fuerza, recordando que cada día era una nueva oportunidad para tener sonrisas radiantes.
Con el tiempo, sus sonrisas se hicieron más brillantes, no solo porque cuidaban de sus dientes, sino porque habían aprendido que la amistad y la motivación eran esenciales para el cuidado de su salud.
La historia de Mia, Lucas y Tito se difundió por todo el barrio. Ya no solo eran tres niños luchando contra las caries, sino que todo El Cuento se unió para formar un gran equipo de cuidadores de sonrisas. Quedó claro que juntos podían lograr lo que se proponían, y lo más importante, aprendieron a cuidar de sus sonrisas para siempre.
Y así, el barrio floreció, lleno de sonrisas brillantes, frutas frescas y mucho amor, recordando siempre la importancia de cuidar de su salud.
Desde entonces, cada vez que alguien veía unas nubes de caramelos, siempre recordaban los secretos de los cuidadores de sonrisas, y esas nubes se convertían en una nueva oportunidad para contar historias de caramelos y sonrisas felices.
Así fue como Mia, Lucas y Tito aprendieron a cuidar no solo de sus dientes, sino también a valorar su amistad y el trabajo en equipo. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.