Los nuevos juguetes de La Plaza
Hola, soy Leo y hoy quiero contarles lo que viví en mi barrio, en La Plaza. Todo empezó un día soleado cuando mi amigo Simón y yo decidimos ir a jugar. Mientras caminábamos, vimos un enorme cartel que decía '¡El nuevo juguete que todos quieren!'. No pudimos evitarlo. Teníamos que ir a ver de qué se trataba.
Al llegar a la tienda, el lugar era una locura. Había luces, música a todo volumen, y un montón de niños gritando de emoción.
- '¡Mirá esto, Leo! ¡Es un robot que hace todo!', dijo Simón, señalando un juguete brillante, que parecía de otro mundo.
- '¡Es increíble! Pero, ¿realmente lo necesitamos?', le pregunté, aunque mi cabeza ya estaba llena de imágenes de nosotros jugando con ese robot.
Con un movimiento rápido, Simón agarró el robot y, sin pensarlo, lo metió en el carrito. Pero, justo cuando estábamos a punto de pagar, una anciana se acercó y dijo:
- 'Chicos, ¿se han preguntado alguna vez por qué hay tantos juguetes en este lugar?'.
Simón se encogió de hombros, mientras que yo, intrigado, la escuché.
- 'Todo esto es solo un truco, un espejismo. Nos hacen creer que necesitamos cosas nuevas para ser felices. Pero, ¿cuántos de esos juguetes hoy están rotos y olvidados en un rincón de la habitación?'.
Simón y yo nos miramos confundidos. Ella continuó:
- 'Cuando el placer se vuelve efímero, lo que realmente importa es lo que llevamos dentro y cómo nos conectamos con los demás'.
Después de escucharla, decidimos dejar el robot y después de pensarlo, salimos de la tienda sin nada. Simón parecía desilusionado, pero yo sentía que había algo importante que habíamos aprendido.
Luego fuimos al parque. Allí, jugué con los árboles, imité animales y hasta construí una fortaleza de ramas con Simón.
- '¡Esto es mucho más divertido! ¿Te das cuenta?', grité lleno de alegría.
Él sonrió y dijo:
- 'Sí, y no necesitamos un robot para eso'.
Días después, volví a La Plaza, pero esta vez, no por los juguetes. Me encontré con la anciana.
- '¿Le hiciste caso a mis palabras?', preguntó.
- 'Creo que sí. En lugar de buscar el placer inmediato, estoy buscando cosas que me hagan sentir bien a largo plazo', le respondí.
Ella sonrió, y me contó sobre un grupo que se reunía para hacer juguetes con materiales reciclados.
- '¿Quieres unirte?', me preguntó.
- '¡Claro!'.
Así fue como me convertí en parte de la construcción de nuevos juegos. Aprendí que había más por hacer que comprar. Haciendo cosas juntos, nuestras sonrisas eran auténticas y me sentía valorado por lo que era, no por lo que tenía.
Al final del día, reflexioné.
- '¿Qué significa realmente ser feliz en este mundo lleno de cosas que brillan y nos llaman?', me pregunté.
Y aún hoy, sigo en la búsqueda. Tal vez la respuesta no está en tener más, sino en valorar lo que realmente importa.
Así que cada vez que veo un nuevo juguete anunciándose en la tele, me pregunto:
- '¿Es eso lo que realmente quiero?' Y creo que cada niño debería hacer lo mismo. ¿Vivir en el presente es suficiente, o hay algo más que nos llena? Eso es lo que quiero seguir descubriendo.
FIN.