Los números aventureros del bosque
Había una vez en un bosque encantado, cinco números muy curiosos que vivían en armonía: el 1, el 2, el 3, el 4 y el 5. Cada uno de ellos era muy especial.
El número 1 era alto y delgado, con una sola línea recta que lo representaba. El número 2 era un poco gordito, con dos curvas que se unían para formar su figura. El número 3 se destacaba por sus tres curvas elegantes que lo hacían muy coqueto.
El número 4 era un poco cuadrado, con cuatro líneas que se cruzaban armoniosamente. Y el número 5 era como una curva cerrada con una línea recta que le daba equilibrio.
Un día, los números decidieron aventurarse por el bosque para descubrir qué secretos guardaba. "¡Vamos a explorar el bosque!" exclamó emocionado el número 3. "Sí, pero recordemos mantenernos juntos en grupo", agregó el número 5 preocupado por la seguridad de todos.
Los números emprendieron su viaje, disfrutando del canto de los pájaros y el susurro de las hojas. De repente, se encontraron con un río caudaloso. "¿Cómo haremos para cruzar?" preguntó el número 2, mirando el agua con preocupación. "¡Yo tengo una idea!", dijo el número 1.
"Podemos formar un puente humano. Yo seré el comienzo, después el 2, luego el 3, seguido por el 4 y finalmente el 5". Así lo hicieron, y lograron cruzar el río con éxito.
Continuaron su recorrido y llegaron a una colina muy empinada. "Vamos a subir", propuso el número 4. "Yo ayudaré a subir al 1, después subirá el 2 sobre el 1, luego el 3 sobre el 2, el 4 sobre el 3 y finalmente el 5 sobre todos nosotros".
Con esfuerzo y colaboración, lograron llegar a la cima. Finalmente, llegaron a una cueva misteriosa. "¿Deberíamos entrar?", preguntó el número 5 con temor. "Sí, ya hemos superado muchos desafíos juntos. ¡Vamos a descubrir qué hay adentro!", exclamó valientemente el número 5.
Al adentrarse en la cueva, se encontraron con un cofre lleno de tesoros matemáticos, con figuras geométricas y problemas por resolver. Los números se pusieron manos a la obra, resolviendo cada acertijo con astucia y cooperación.
Al final, salieron de la cueva con la satisfacción de haber trabajado en equipo y aprendido mucho en su aventura.
De regreso en su hogar en el bosque, los números celebraron su valentía y amistad, prometiéndose seguir explorando juntos y ayudándose mutuamente en cada desafío que enfrentaran. Y así, los números aprendieron que juntos son más fuertes y que las matemáticas pueden ser divertidas y útiles en cualquier situación.
FIN.