Había una vez en el País de los Números, donde vivían el 1, el 2, el 3, el 4, el 5, el 6, el 7, el 8, el 9 y el 10.
Ellos solían estar siempre en orden, uno al lado del otro, formando una linda fila.
Pero un día, el viento sopló tan fuerte que los números se desordenaron y quedaron revueltos.
El 1 estaba al lado del 7, el 4 estaba entre el 9 y el 10, ¡un caos total!
Los pobres números estaban confundidos y no sabían cómo volver a su lugar.
El 1, que era el más valiente, decidió que debían encontrar una solución.
Les dijo a sus amigos que formaran un círculo y se tomaran de las manos, de manera que los extremos se tocaran.
-"Escuchen amigos - dijo el 1 -, si formamos un círculo, podemos movernos y volver a ponernos en orden, como en un juego.
" Los otros números dudaban, pero confiaban en el 1, así que se tomaron de las manos y comenzaron a moverse lentamente.
El 2 se deslizó por detrás del 3, el 5 pasó al lado del 6, el 8 se movió junto al 9, y así, poco a poco, los números comenzaron a ordenarse.
Fue un trabajo difícil, pero con paciencia y trabajo en equipo, los números lograron formar una fila en orden, del 1 al 10.
Estaban felices y orgullosos de haberlo logrado.
A partir de ese día, prometieron mantenerse unidos y comunicarse entre ellos para que, si volvía a soplar el viento, no los desordenara de nuevo.
Desde entonces, los números del 1 al 10 permanecieron unidos, listos para enfrentar cualquier desafío juntos.
Y así, en el País de los Números, se aprendió que, trabajando en equipo y con paciencia, se pueden superar los desafíos más grandes, incluso cuando el viento sopla fuerte.
Los números entendieron la importancia de la cooperación y la comunicación, y desde entonces, nunca más se desordenaron.
Esa fue su gran lección.