Los oficios de la aldea



Era una vez, en un colorido pueblito llamado Aldeaville, donde todos los oficios parecían tener un propósito especial. Allí vivía una niña llamada Lila, que soñaba con tener su propio oficio algún día. Pero, ¿cuál sería?

Una mañana soleada, Lila decidió visitar a los habitantes de Aldeaville para descubrir qué oficios existían en su aldea.

Primero fue a la casa del panadero, Don Pancho, cuyo olor a pan fresco llenaba el aire.

"¡Hola, Lila! ¿Te gustaría aprender a hacer pan?" - le preguntó con una sonrisa.

"¡Sí!" - respondió Lila emocionada.

"Verás, hacer pan es más que mezclar harina y agua. ¡Es traer felicidad a los demás!" - dijo Don Pancho mientras le enseñaba a amasar.

"¡Mmm, huele riquísimo!" - exclamó Lila.

Lila se dio cuenta de que el oficio del panadero no solo le daba trabajo, sino que también alimentaba a la comunidad y llenaba sus corazones de alegría.

Luego, rumbo a la plaza, se encontró con Marta, la costurera.

"Hola, Lila, ¿quieres hacer un vestido?" - le preguntó Marta.

"¡Me encantaría!" - gimió Lila, mirando las coloridas telas.

Marta le explicó:

"Cada prenda que hago cuenta una historia. Las personas se sienten bellas y seguras cuando llevan algo que fue hecho con cariño."

Lila comenzó a coser y le dio forma a un hermoso vestido.

"¡Es precioso!" - gritó al ver su creación.

Marta sonrió:

"Esto, Lila, es el poder de la creatividad. Cada oficio tiene su magia."

Luego de dejar la tienda de Marta, Lila escuchó un rumor de risas. Era el jardinero, Don Florencio, rodeado de flores de todos los colores.

"¡Hola, Lila! Ven, ayúdame a plantar estas semillas. ¡Verás cómo crecen!" - la invitó.

"¿De verdad crecen tan rápido?"

"No, esto lleva tiempo y dedicación. Pero algún día, tus manos habrán hecho florecer la vida. Eso es lo hermoso de ser jardinero."

Lila plantó las semillas y se imaginó las bellas flores que vería en el futuro.

En su camino de regreso, Lila se encontró con Don Raúl, el carpintero.

"¿Sos capaz de ayudarme a hacer una silla, Lila?"

"¡Sí! Me gusta mucho la madera."

Don Raúl le explicó sobre la importancia de crear muebles que acompañen y sostengan.

"Cada vez que alguien se siente en esta silla, recordará el esfuerzo y el arte que hay en su creación. Eso es lo que hace especial a mi trabajo."

Lila se sintió realizada, como si su corazón latiera al ritmo de los martillos.

Al final del día, Lila regresó a casa con la cabeza llena de ideas y el corazón rebosante de inspiración. Se sentó junto a su abuela en el porche y empezó a contarle sobre cada oficio que había conocido.

"Abuela, hay tantas cosas hermosas que se pueden hacer con las manos. ¡Quiero hacer algo que haga feliz a los demás!"

"Y todo empieza desde el amor que le pongas a lo que hagas, Lila. Todos los oficios tienen su lugar en el mundo. No importa lo que elijas, ponle siempre pasión, y verás que tendrás éxito."

Esa noche, Lila soñó con ser un gran artista, uniendo todos esos oficios en una obra maestra que alegrara a su querido pueblo de Aldeaville.

FIN.

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