Los ojitos de Galo


Galo era un niño con ojitos color del cielo, siempre brillantes y llenos de curiosidad. Vivía en un pequeño pueblito rodeado de montañas y ríos cristalinos.

Un día, mientras Galo jugaba en el jardín, vio a una tortuga que parecía estar perdida. Sin dudarlo, se acercó y la ayudó a encontrar su camino de regreso al bosque. La tortuga, agradecida, le dijo a Galo que le concedería un deseo.

Galo pidió poder enseñar a los demás la importancia de cuidar la naturaleza.

La mañana siguiente, Galo descubrió que podía comunicarse con los animales y las plantas. Emocionado, decidió compartir su don con todos en el pueblo. "¡Chicos, chicos, escuchen!", les dijo Galo a los niños del pueblo.

"¡Los árboles tienen historias que contarnos y los animales tienen mucho que enseñarnos!".

Pronto, Galo organizó excursiones para que todos conocieran mejor el bosque, aprendieran a cuidarlo y respetaran a sus habitantes.

Gracias a su dedicación, el pueblo se convirtió en un lugar donde todos vivían en armonía con la naturaleza.

Galo, con sus ojitos color del cielo, se convirtió en un símbolo de amor y respeto por el medio ambiente, dejando una huella imborrable en el corazón de su comunidad.

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