Los Ojos Encantados de Abracadaniel



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un mago llamado Abracadaniel. Era conocido por su habilidad para hacer desaparecer cosas y hacer trucos sorprendentes con sus manos.

Pero lo que más destacaba de él era su forma única de mirar el mundo. Un día, Abracadaniel decidió enseñarle a los niños del pueblo sus particulares formas de mirar.

Los reunió en la plaza central, donde les explicó: "Mis queridos niños, hoy les mostraré cómo ver el mundo de una manera diferente. Con mis poderes mágicos, les enseñaré a ver la belleza oculta en todas las cosas". Los niños estaban emocionados y prestaron toda su atención al mago mientras comenzaba a realizar sus trucos.

Primero, les mostró cómo convertir una simple piedra en un hermoso cristal brillante con solo cambiar la forma de mirarla.

Luego, les enseñó a ver figuras fantásticas en las nubes y a escuchar la música del viento entre los árboles. "¿Cómo haces todo eso, Abracadaniel?" -preguntó curioso uno de los niños. El mago sonrió y respondió: "La magia no está solo en mis manos, sino también en mis ojos y mi corazón.

Cuando aprendemos a mirar con asombro y gratitud, el mundo se transforma frente a nosotros". Los días pasaron y los niños practicaban cada vez más las enseñanzas del mago.

Descubrieron que podían encontrar alegría en las cosas más simples: una flor que se abre al sol, el canto de un pájaro al amanecer o el reflejo del arcoíris sobre un charco después de la lluvia.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano al pueblo siguiendo las lecciones de Abracadaniel, los niños se encontraron con un zorro herido. Estaba asustado y necesitaba ayuda. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora?" -exclamó uno de los niños preocupado. Pero entonces recordaron las palabras del mago y cambiaron su forma de mirar la situación.

En lugar de ver al zorro como un problema difícil e imposible de resolver, decidieron verlo como una oportunidad para ayudar a alguien necesitado.

Trabajaron juntos para cuidar al zorro herido, curándolo con delicadeza y dándole cariño hasta que finalmente pudo recuperarse por completo. El animal los miró con gratitud antes de correr libre nuevamente por el bosque. Abracadaniel estaba observando todo desde lejos y se acercó orgulloso a los niños.

"¡Lo hicieron muy bien! Han aprendido la lección más importante: cuando cambiamos nuestra forma de mirar, podemos hacer grandes cosas" -dijo con una sonrisa cálida.

Los niños lo abrazaron emocionados y comprendieron que la verdadera magia no estaba en hacer trucos espectaculares, sino en aprender a ver el mundo con ojos llenos de amor y compasión. Desde ese día, los habitantes del pueblo notaron un cambio maravilloso en sus hijos. Se volvieron más amables, solidarios y siempre veían lo mejor en cada situación.

Y todo gracias a las enseñanzas del bondadoso mago Abracadaniel, quien demostró que la verdadera magia está dentro de nosotros mismos si sabemos cómo mirar correctamente.

FIN.

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