Los ojos mágicos de Raquel



Raquel era una niña de ojos color miel, tan brillantes como el sol y profundos como el océano. Desde que era pequeña, Raquel sabía que sus ojos eran especiales, pero nunca imaginó lo extraordinario que podían llegar a ser.

Un día, mientras paseaba por el parque, Raquel se encontró con un duende de aspecto travieso. El duende, asombrado por el color de los ojos de Raquel, decidió concederle un regalo especial: la capacidad de ver la belleza oculta en el mundo. A partir de ese momento, los ojos de Raquel se volvieron aún más mágicos.

Raquel se dio cuenta rápidamente de su nuevo don. Podía ver la risa de los árboles, el baile de las hojas al caer y la música en el viento. La niña compartió su descubrimiento con sus amigos y juntos exploraron un mundo lleno de maravillas que antes no podían percibir.

Pero la magia de los ojos de Raquel también le ayudó a enfrentar desafíos. Cuando alguien estaba triste, ella veía destellos de luz en su corazón, y con un abrazo podía hacer que esa luz brillara aún más. Su mirada amorosa y compasiva transformaba el mundo que la rodeaba.

Un día, el duende regresó para ver cómo Raquel estaba usando su don. Al ver el impacto positivo que había tenido en su comunidad, el duende le otorgó a Raquel un nuevo regalo: un par de alas que le permitirían volar por los cielos y llevar esperanza y alegría a aún más personas. Con sus ojos mágicos y sus nuevas alas, Raquel se convirtió en un símbolo de amor, compasión y bondad para todos los que la conocían.

Y así, Raquel descubrió que la verdadera magia no se encuentra en un hechizo, sino en el poder de ver lo bello en los demás y compartirlo con el mundo.

FIN.

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