Los ositos unidos
Había una vez un grupo de ositos de peluche que vivían felices en una tienda de juguetes. Cada uno de ellos tenía un tamaño diferente, desde el osito más pequeño hasta el más grande.
Un día, el dueño de la tienda decidió que era hora de guardar a los ositos en sus respectivas cajas para mantenerlos ordenados. Pero había un problema: las cajas eran todas del mismo tamaño y no todos los ositos cabrían en ellas.
Los ositos se pusieron muy tristes al escuchar esto. No querían separarse unos de otros y mucho menos ser dejados fuera por no caber en las cajas. Así que decidieron buscar una solución juntos.
El osito más pequeño, llamado Chispitas, fue el primero en hablar: "-¿Y si nos organizamos por tamaños? Podemos formar una fila desde el más pequeño hasta el más grande". Todos los demás asintieron emocionados con la idea y comenzaron a formar la fila.
Pero cuando llegó el turno del osito más grande, llamado Tronco, se dieron cuenta de que aún no cabrían todos dentro de las cajas. Entonces apareció Osoletta, la dueña sabia y amorosa de la tienda.
Ella les dijo: "-No se preocupen mis queridos ositos, tengo una idea". Osoletta salió corriendo hacia su taller y volvió con unas hermosas bolsas grandes.
Les explicó a los ositos que aunque las bolsas no fueran tan bonitas como las cajas, servirían para guardarlos a todos sin problemas. Los ojitos brillantes llenos de alegría asomaron entre los peluches mientras agradecían a Osoletta por su ingenio. "-¡Gracias, Osoletta! ¡Ahora podemos seguir juntos y no separarnos!", exclamaron los ositos.
Y así, los ositos de peluche fueron guardados en las bolsas grandes. Aunque no estaban en cajas como habían imaginado, se dieron cuenta de que lo más importante era estar juntos y cuidarse unos a otros.
Desde ese día, los ositos aprendieron una valiosa lección sobre la capacidad matemática y el trabajo en equipo. Comprendieron que no importa cuán diferentes sean o cuánto espacio necesiten, siempre hay una solución si se ayudan mutuamente.
Los niños que visitaban la tienda quedaron encantados al ver a los ositos en sus hermosas bolsas grandes. Les enseñaba la importancia de ser creativos y flexibles para encontrar soluciones a problemas aparentemente imposibles.
Y así, los ositos vivieron felices en la tienda de juguetes, compartiendo aventuras y abrazos con todos aquellos que decidieran llevarlos a casa. Y aunque ya no estuvieran en las cajas perfectas, sabían que eran especiales porque habían aprendido algo muy importante: el valor del compañerismo y el amor incondicional. Fin
FIN.