Los Panditas Pueden Cambiar



En la casa de la familia Pandita, la rutina era siempre la misma. Mamá Pandita, Miroslaba, salía todos los días muy temprano a trabajar. Su trabajo era importante, pero también lo era el tiempo que pasaba con su pequeño Panchito.

-Panchito, mi amor, tengo que irme. Te prometo que esta noche jugaré contigo hasta que te canses. -le decía cada mañana Miroslaba, mientras le daba un beso en la frente.

Panchito respondía triste:

-¡Pero mami! Siempre te vas. Quiero que estés aquí.

Mamá le sonreía, intentando aliviar sus dudas.

-No te preocupes, Panchito. Papá está aquí y pronto volveré. ¡Te quiero mucho!

Pero Panchito siempre sentía un vacío cuando su mami se iba. En cambio, su papá, Lenin, trabajaba más cerca y podía visitarlo durante el día.

- ¡Hola, Panchito! -exclamó papá un día al llegar del trabajo. -¿Listo para una nueva aventura?

-¡Sí, papá! -dijo Panchito saltando de alegría.

Lenin decidía llevar a Panchito al río cercano para explorar juntos.

-¿Sabés? El otro día estuve pensando -comenzó Lenin mientras pescaban ramitas en el río. -A veces las cosas pueden cambiar. Cuando mamá no está, podemos hacer algo diferente. ¡Podemos crear nuestras propias aventuras!

- ¿Como qué, papá? -preguntó Panchito con curiosidad.

-Tal vez podamos hacer una carrera de barquitos de papel. ¡Hoy es un gran día para intentarlo! -sonrió Lenin.

Y así, comenzaron a hacer barquitos de papel, eligiendo los colores más vivos y dibujando caritas felices en cada uno. Cuando terminaron, colocaron sus embarcaciones en el agua y contaron en voz alta:

-¡Uno, dos, ¡tres! -y soltaron los barquitos al mismo tiempo.

Los barquitos se deslizaron rápidamente por el agua mientras papá y Panchito reían. Pero justo en ese momento, un fuerte viento sopló y arrastró los barquitos más allá de lo esperado. Esto sorprendió a los dos Panditas.

- ¡Oh, no! ¡Nuestros barquitos! -gritó Panchito.

-Fácil, Panchito -dijo Lenin tratando de calmarlo-. A veces hay que dejar ir las cosas y encontrar otras nuevas. ¿Querés que hagamos más barquitos y los lancemos de nuevo?

- ¡Sí, vamos! -dijo Panchito.

Mientras continuaban haciendo más barquitos, pasaron la tarde entre risas y muchas más aventuras. Al caer el sol, regresaron a casa justo cuando mamá Miroslaba llegaba a la puerta.

- ¡Hola, mi amor! -dijo Miroslaba al ver a Panchito. -¿Qué hiciste hoy?

-Papi y yo hicimos barquitos de papel y los dejamos navegar. -respondió Panchito con emoción.

-¡Eso suena increíble! -exclamó Miroslaba. -Me encantaría verlo la próxima vez.

Panchito con una gran sonrisa miró a sus papás.

- ¿Pueden venir a hacer barquitos todos los días?

Los papás se miraron y sonrieron. Miroslaba abrazó a Panchito.

- Tal vez podríamos hacer un día especial para todos juntos. El día de nuestros barquitos.

- ¡Sí, sí! -gritó Panchito. -Y así, tanto mamá como papá pueden estar conmigo.

Desde aquel día, la familia Pandita creó su propio “Día de Barquitos”, donde todos juntos podían compartir risas y hobbies. No importaba cuántas horas trabajaban mamá y papá, siempre había tiempo para hacer cosas juntos, y Panchito aprendió que aunque las cosas pudieran cambiar, el amor y la diversión siempre abrirían nuevas oportunidades para compartir en familia.

FIN.

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