Los pasos de la amistad
Mabel era una niña muy tímida y solitaria. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y no tenía muchos amigos.
Un día, mientras caminaba por el mercado local, se encontró con Nené, una anciana amable que vendía frutas frescas. "-Hola, ¿cómo estás?", preguntó Nené sonriendo. "-Bien, gracias", respondió Mabel tímidamente. Nené notó la tristeza en los ojos de la niña y decidió invitarla a su casa para tomar té y comer algunas frutas.
Mientras disfrutaban de la comida, Nené le contó historias divertidas sobre su juventud y las aventuras que había tenido en el pueblo. Mabel no podía creer lo bien que se sentía al hablar con alguien tan amable como Nené.
A partir de ese día, comenzaron a verse regularmente y finalmente se convirtieron en grandes amigas. Un día, Nené le presentó a Graciela, una mujer mayor que enseñaba baile folklórico en el centro comunitario del pueblo.
Graciela estaba buscando nuevos estudiantes para formar un grupo de baile y cuando vio a Mabel pensó que sería perfecta para el equipo. "-¿Te gustaría aprender a bailar?", preguntó Graciela emocionada. Mabel estaba un poco asustada al principio pero aceptó intentarlo.
Pronto descubrió que le encantaba moverse al ritmo de la música y se sorprendió al ver cuánta energía tenía dentro de ella misma.
Con mucho esfuerzo y dedicación, Mabel aprendió todas las coreografías del grupo de baile y estaba lista para presentarse en el festival anual del pueblo. Al principio, estaba muy nerviosa al subir al escenario frente a tanta gente, pero cuando comenzó a bailar, se olvidó de todo lo demás.
Mabel se sintió libre y feliz mientras danzaba con sus amigas. La multitud aplaudió emocionada al finalizar la presentación y Mabel sabía que había encontrado algo que le apasionaba.
Desde ese día, Mabel se convirtió en una persona más segura y extrovertida gracias a sus nuevas amistades y su amor por el baile. Aprendió que siempre hay alguien dispuesto a ayudarte si te abres a ellos y que nunca es tarde para descubrir tu pasión en la vida.