Los Pasos de Sofía



Sofía era una chica alegre y llena de vida. Le encantaba jugar al fútbol con sus amigos y andar en bicicleta por el barrio. Un día, mientras montaba su bicicleta, sufrió un accidente y se fracturó la pierna. Todo cambió de un momento a otro.

Cuando despertó en el hospital, su pierna estaba enyesada y no podía moverse. Sofía miraba por la ventana, sintiendo que las nubes se movían más rápido que ella. "¿Cuándo podré volver a correr y jugar?"- pensaba, con lágrimas en los ojos.

Después de unos días, llegó el momento de comenzar su rehabilitación. Su fisioterapeuta, Juan, la recibió amablemente. "Hola Sofía, soy Juan. También me rompí la pierna hace un tiempo. Sé lo que se siente"-, le dijo con una sonrisa.

Sofía lo miró con curiosidad. "¿En serio? ¿Tú también te lastimaste?"-

"Así es, pero aprendí que no hay que rendirse. Juntos vamos a trabajar para que puedas caminar de nuevo"-, respondió Juan, lleno de entusiasmo.

Las primeras sesiones fueron duras. Sofía luchaba por levantarse, pero cada vez que lo intentaba, caía al suelo. "Esto es muy difícil, Juan. No creo que pueda"-, dijo, frustrada, mientras se secaba las lágrimas.

"Escuchame, Sofía. Cada pequeño paso cuenta. Así como los bebés primero gatean antes de caminar. Debemos celebrar cada avance. ¿No te gustaría correr otra vez?"-, la motivó Juan.

Sofía asintió. "Sí, pero me siento tan débil..."-

"La debilidad se va con esfuerzo, y hoy has dado tu primer paso"-, dijo Juan señalando el esfuerzo que había hecho para levantarse.

Con el tiempo, Sofía empezaba a mejorar. Aunque enfrentaba días difíciles, también había momentos en que se sentía agradecida. "Gracias, Juan, por ayudarme a creer que puedo"-, le dijo un día, sonriente.

Pero un giro inesperado ocurrió cuando Sofía se enteró que un niño en su escuela, Tomi, estaba pasando por un momento similar. Había estado en un accidente y también tenía una pierna enyesada.

"Juan, ¿puedo ayudar a Tomi?"-, preguntó Sofía.

"Claro que sí, Sofía. La empatía y el apoyo son importantes en estos momentos"-, le respondió.

Así que Sofía decidió visitar a Tomi en su casa. "Hola Tomi, yo también estuve en un accidente. Te entiendo lo que sientes. ¡Yo estoy aprendiendo a caminar de nuevo!"-

"¿En serio?"- respondió Tomi, con los ojos grandes. "Pensé que nunca volvería a jugar al fútbol..."-

"Es posible, solo necesitamos practicar mucho y nunca rendirnos"-, dijo Sofía, recordando las palabras de Juan.

A medida que pasaban las semanas, Sofía no solo se enfocó en su recuperación, sino que se convirtió en un apoyo para Tomi. Juntos se motivaban y compartían historias sobre el fútbol y su amor por el juego.

Sofía comenzó a caminar pequeños pasos, y cada vez se sentía más fuerte. En su última sesión, Juan le propuso un reto. "¿Lista para unos pasos con el apoyo de las muletas?"-

Sofía tembló de emoción y nervios. "¡Sí!"- exclamó. Con la ayuda de Juan y Tomi animándola, dio sus primeros pasos con las muletas.

Finalmente, llegó el día en que Sofía fue liberada de las muletas. "¡Lo lograste!"- la aplaudió Juan. "No solo has aprendido a caminar de nuevo, también has encontrado el valor de ayudar a otros"-.

Sofía sonrió. "Gracias, Juan. No solo aprendí a caminar, también entendí la importancia de ayudar. Cada paso que doy me recuerda lo valioso que es nunca rendirse y ser agradecida"-.

En la graduación de la rehabilitación, Juan, Sofía y Tomi se reunieron con otros niños que también habían sido pacientes. Sofía tomó el micrófono y dijo: "Nunca permitan que un tropiezo les haga olvidar su sueño. Cada paso cuenta, y juntos somos más fuertes"-.

El aplauso resonó en la sala y Sofía no podía estar más feliz. Aprendió que con perseverancia, empatía y gratitud, no solo podía caminar de nuevo, sino también ayudar a otros a encontrar su propio camino. Al final, no se trataba solo de poder correr, sino de compartir cada paso con quienes más los necesitaban.

FIN.

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