Los Patos Hambrientos y el Festín del Perro
Había una vez, en un hermoso estanque, un grupo de patos que tenían un hambre terrible. Cada vez que miraban su alrededor, todo lo que podían ver eran los maravillosos colores del aire fresco y los brillos del sol, pero no podían saborear nada. Todo el día, sus pancitas rujían ruidosamente mientras nadaban, buscando alguna migaja de pan que pudiera satisfacer su apetito.
Un día, mientras los patos estaban cerca de las juncos, un perro llamado gordon, que paseaba junto al estanque, los escuchó quejarse.
"¿Qué les pasa, amigos?" - preguntó gordon, con una voz amistosa. "Los veo muy tristes."
"Estamos hambrientos, gordon" - dijo Rita, la pata más pequeña. "No encontramos nada para comer y nuestros pancitas están pidiendo auxilio."
gordon, que era un perro astuto y divertido, decidió que era el momento de ayudarlos.
"Tengo una idea, queridos patos. Si me responden una pregunta, les prometo un festín delicioso que nunca olvidarán."
Los patos, intrigados y emocionados, se acercaron más a gordon.
"¡Sí, sí! ¡Queremos un festín!" - exclamó Pío, uno de los patos más grandes. "¿Cuál es la pregunta?"
"La pregunta es esta: ¿qué número multiplicado 3 veces que elevado al cuadrado es igual a 12?"
Los patos se quedaron en silencio, mirando a gordon con confusión. Sabían que 12 era un número, ¡pero no entendían lo que quería decir con multiplicado 3 veces!"Esperen un momento! Hago un pequeño cálculo en mi cabeza" - dijo Lía, la pata más sabia del grupo.
Lía cerró los ojos, acarició el agua con su pata y trató de recordar lo que había aprendido. Muchos años atrás, había visto a un pato mayor resolver un problema similar en el estanque.
"¡Lo tengo!" - gritó Lía al final. "El número que buscamos es 2! De hecho, 2 elevado al cuadrado da 4 y si multiplicamos 4 por 3, ¡tenemos 12!"
gordon, emocionado, movió su cola con alegría.
"¡Impresionante, Lía! ¡Así es!" - dijo el perro. "Ahora, vayan al claro de los árboles y ahí encontrarán su festín."
Los patos, llenos de energía y entusiasmo, nadaron rápidamente hacia el claro. Y cuando llegaron, ¡oh, la sorpresa que se llevaron! Allí había un montón de pan, frutas y algunas verduras frescas dispuestas de una manera que se hacía agua la boca.
"¡Qué bien, gordon! ¡Eres el mejor!" - aclamaron todos los patos. "¡Ven, únete a nosotros!"
gordon se unió al festín, disfrutando de cada bocado junto a sus nuevos amigos. Pero antes de comer, Lía recordó lo importante que era compartir, así que le dijo a gordon:
"Gracias por darnos la oportunidad de pensar y por el festín, pero también hay que recordar que lo mejor de comer juntos es compartir la alegría. ¡Te invitamos a quedarte aquí con nosotros!"
gordon sonrió y, sintiéndose parte del grupo, empezó a contarles historias sobre sus aventuras en el vecindario mientras compartían su banquete.
Y así, aquellos patos y un perro se convirtieron en grandes amigos, aprendiendo que la verdadera felicidad también se encuentra en la amistad y el compartir. Y desde ese día, el estanque no solo fue un lugar de comida, sino también de risas y diversión.
A veces, hasta los problemas más complicados pueden ser resueltos de formas inesperadas, y eso es lo que hace que la vida sea tan especial.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.