Los Pececitos y el enigma mágico



Había una vez en un hermoso pueblo llamado Villa Alegre, un grupo de niños muy traviesos y divertidos que asistían a la Escuela Primaria "Los Pececitos". Entre ellos se encontraban Sofía, Lucas, Martín y Axel.

Estos cuatro amigos siempre buscaban nuevas aventuras para disfrutar juntos.

Un día soleado, mientras estaban en el comedor de la escuela, la seño Chiari les dijo: "Chicos, si comen todo su almuerzo tendrán tanta energía que podrán ir a nadar en la pileta después de clases". Los ojos de los niños brillaron de emoción ante esta noticia. Sin perder tiempo, terminaron su comida rápidamente y corrieron hacia el colectivo que los llevaría hasta la pileta municipal.

En el camino, Mauro, uno de sus compañeros más alegres, comenzó a cantar una canción pegajosa: "Nos vamos a la pile", y todos los demás se unieron entusiasmados. Llegaron al lugar con mucha alegría y ansias por sumergirse en el agua fresca.

Al entrar a la pileta, Axel se acercó al borde emocionado y exclamó: "¡Miren chicos! ¡Voy a aprender a hacer burbujas!". Todos lo observaron expectantes mientras él sumergía su boca en el agua e intentaba soplar con fuerza.

Después de varios intentos fallidos, finalmente logró crear pequeñas burbujas que flotaban sobre su cabeza. El resto del grupo aplaudió emocionado. Pero justo cuando pensaban que nada más podía sorprenderlos ese día, algo inesperado ocurrió.

Una vez que Axel dominó las burbujas, notaron algo extraño en el agua. ¡Era un cocodrilo de plástico flotando cerca de ellos! Todos se miraron sorprendidos y decidieron investigar qué hacía allí.

Sofía, la más valiente del grupo, se acercó cautelosamente al cocodrilo y vio una pequeña nota pegada en su cabeza. Decía: "Si quieren descubrir un tesoro escondido, sigan al canguro saltarín". Los niños no podían creer lo que estaban leyendo.

¿Un tesoro? ¿Dónde encontrarían a ese canguro misterioso? Decidieron seguir las instrucciones y buscaron pistas por todo el lugar. Siguiendo los sonidos de saltos y risas, llegaron hasta una pequeña colina cercana a la pileta donde encontraron a un simpático canguro llamado Axelito.

"¡Hola chicos!", exclamó el canguro con una gran sonrisa en su rostro. "Estaba esperando que me encontraran. Si quieren encontrar el tesoro escondido, deben resolver algunos acertijos".

Los niños emocionados aceptaron el desafío y comenzaron a resolver cada uno de los acertijos planteados por Axelito. Con trabajo en equipo y mucha creatividad lograron superar cada obstáculo hasta llegar al último desafío. En ese momento, Axelito les dijo: "El último desafío consiste en ayudar a alguien necesitado".

Los niños dudaron por un momento pero rápidamente recordaron que siempre habían estado dispuestos a ayudarse mutuamente. Decidieron ir al pueblo y buscar a alguien que necesitara su ayuda.

Encontraron a una señora mayor con muchas bolsas de compras y dificultad para caminar. Sin dudarlo, se acercaron y ofrecieron su ayuda para llevar sus cosas hasta su casa. La señora estaba muy agradecida por la amabilidad de los niños y les dijo: "Ustedes son un verdadero tesoro en esta comunidad".

Los niños sonrieron orgullosos sabiendo que habían logrado superar el último desafío. Al regresar a la pileta, encontraron un cofre lleno de dulces y juguetes esperándolos. Celebraron juntos su victoria mientras disfrutaban del tesoro encontrado.

Ese día, los amigos aprendieron la importancia de trabajar en equipo, ser valientes y ayudar a los demás. Aprendieron que las aventuras más emocionantes no siempre están lejos, sino que pueden ocurrir en cualquier momento si estamos dispuestos a aprovechar las oportunidades.

Y así fue como Sofía, Lucas, Martín y Axel vivieron una experiencia inolvidable llena de diversión, aprendizajes y amistad en Villa Alegre.

FIN.

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