Los Pedacitos de Lucía
Había una vez una niña llamada Lucía, que vivía en un pintoresco pueblito rodeado de montañas y ríos cristalinos. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, su mejor amigo Tomás, que siempre había estado a su lado, decidió dejarla de lado para jugar con otros niños. Lucía sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, y los pedacitos de su corazón comenzaron a volar por todo el mundo.
Desesperada, Lucía decidió emprender un viaje para recuperar cada uno de esos pedacitos. Su abuela, una sabia mujer, le había contado historias sobre un mapa mágico que mostraba el camino hacia los trozos de su corazón. Lucía se despidió de su familia y, con su mochila a cuestas, comenzó su aventura.
Su primer destino fue un bosque encantado. Allí, conoció a un pajarito llamado Pico que estaba triste porque había perdido su canto.
"¿Por qué estás tan triste, amigo?" - preguntó Lucía.
"Perdí mi canto cuando me olvidé de ser feliz. Ahora no puedo volar alto" - respondió Pico.
Lucía se dio cuenta de que uno de los pedacitos de su corazón estaba con Pico. Juntos, recorrieron el bosque y, mientras Lucía le contaba historias divertidas, Pico recuperó su alegría y, con ella, su canto. Lucía le devolvió el pedacito de su corazón y continuó su camino.
Su siguiente parada fue una ciudad llena de luces y risas. Allí, conoció a una niña llamada Sofía, que había perdido su sonrisa.
"Hola, ¿por qué no sonríes?" - le dijo Lucía.
"Porque no tengo amigos con quién jugar" - dijo Sofía, con la voz apagada.
Lucía se sintió identificada y decidió ayudar. Juntas, comenzaron a jugar con otros niños y a contar chistes. Con cada risa, el corazón de Sofía se iluminó y, cuando por fin sonrió, Lucía le dio otro pedacito de su corazón.
"¡Gracias, Lucía!" - exclamó Sofía.
Pero todavía quedaba un pedacito más por recuperar. Lucía viajó a una lejana playa, donde conoció a un pez llamado Lumin. A Lumin le preocupaba que el mar se estaba ensuciando, y eso lo hacía sentirse vacío.
"¿Por qué no limpias tu hogar?" - le preguntó Lucía.
"No podría hacerlo solo, y no sé si mis amigos quieren ayudar" - contestó Lumin.
Lucía lo animó:
"Juntos somos más fuertes. Vamos a llamar a todos los peces y a limpiar el mar. ¡Tú puedes hacerlo!"
Convencidos por la energía de Lucía, los peces se unieron y, en un gran esfuerzo colectivo, limpiaron la playa. Al ver cómo el agua brillaba de nuevo, Lumin recuperó su brillo y alegría. Lucía le regaló su último pedacito de corazón.
Finalmente, Lucía se sentó en la arena mirando el atardecer, contenta y llena de amor. Había descubierto que su corazón, aunque roto, podía sanar al ayudar a otros. De pronto, los pedacitos comenzaron a brillar, volviéndose a unir y llenándola de felicidad.
Cuando regresó a su pueblo, Lucía no solo había reunido su corazón, sino que también había aprendido la importancia de la amistad y la alegría de ayudar a los demás. Desde aquel día, nunca volvió a sentir que su corazón se rompía porque siempre lo mantenía lleno de amor por sus amigos y por el mundo. Y así, Lucía siguió compartiendo su luz y su alegría con todos a su alrededor.
FIN.