Los Pequeños Fitomejoradores del Congreso de Celaya



Era un día radiante en la ciudad de Celaya, México. Los estudiantes de la Escuela Primaria Jardín de Sueños se estaban preparando para asistir a un gran congreso sobre fitomejoramiento, un tema fascinante que había despertado el interés de todos. Los niños no sólo querían aprender, sino que también estaban emocionados por la diversión que les esperaba.

María, una niña curiosa y siempre sonriente, reunió a sus amigos en el patio de la escuela.

- “¡Chicos, no puedo esperar a ver qué actividades nos tienen preparadas en el congreso! ”

Tomás, su mejor amigo, con una gorra de explorador, asintió emocionado.

- “Sí, ¿te imaginas jugar con plantas y descubrir cómo mejorarlas? ¡Va a ser una aventura! ”

El grupo se subió en el micro que los llevaría al congreso, donde se reunirían con estudiantes de otras escuelas. Al llegar, sus ojos se llenaron de asombro al ver hallazgos sobre plantas en cada rincón. Había stands interactivos, videojuegos educativos y experimentos con diversas semillas.

Una de las actividades más emocionantes era una competencia de fitomejoramiento. Cada equipo debía elegir una planta y encontrar formas de mejorarla, utilizando información de los expertos allí presentes.

- “¡Vamos a ser los mejores fitomejoradores! ” dijo Lucía, una niña tímida que se había unido justo antes de abordar el micro, confiando en que sus amigos la animarían.

El equipo de María eligió una planta de tomate.

- “Lo primero que necesitamos hacer es investigar sobre cómo se pueden mejorar los tomates para que sean más grandes y sanos”, sugirió María. Todos estuvieron de acuerdo y rápidamente comenzaron a tomar notas de lo que decían los expertos.

Mientras investigaban, descubrieron que los tomates podían mejorar gracias a factores como el suelo, el agua y la forma en que se criaban.

- “¡Vamos a crear nuestro propio plan de fitomejoramiento! ” propuso Tomás, lleno de energía.

Cada uno del grupo se encargó de una tarea. Lucía se dedicó a investigar sobre el riego correcto, mientras que Tomás hizo un gráfico sobre el tipo de abono que debían usar. María sería la encargada de presentar el proyecto.

- “¡Esto será increíble, chicos! Juntos vamos a ganar el primer lugar”, dijo María, llena de confianza.

Con el tiempo corriendo, el equipo trabajó arduamente, pero de repente, algo inesperado ocurrió. La computadora que utilizaban para preparar la presentación se apagó.

- “¿Qué hacemos ahora? ” preguntó Lucía, desilusionada.

- “No podemos rendirnos. Recuerden todo lo que aprendimos. ¡Podemos presentarlo sin la computadora! ” dijo Tomás, intentando animar a sus amigos.

Con el corazón latiendo fuerte, se dirigieron al escenario a hacer su presentación. María tomó aire y comenzó:

- “Nosotros somos el equipo de los Fitomejoradores y hemos aprendido que para mejorar los tomates, necesitamos cuidarlos adecuadamente.”

La gente en la sala escuchaba atentamente. Mientras explicaban su plan, usaron su entusiasmo y conocimiento para cautivar a la audiencia. Al finalizar, recibieron un gran aplauso.

- “¡Esto fue brillante, María! ” dijo Lucía, toda iluminada.

Finalmente, el momento del anuncio de los ganadores llegó. Con nervios y emoción, el presentador hizo una pausa y anunció:

- “El primer lugar del concurso de fitomejoramiento es… el equipo de los Fitomejoradores de la Escuela Primaria Jardín de Sueños! ”

Los amigos saltaron de alegría, abrazándose unos a otros mientras celebraban su victoria.

- “¡Lo logramos, chicos! ” gritó Tomás, lleno de felicidad.

Esa experiencia no sólo les enseñó sobre fitomejoramiento, sino también sobre trabajo en equipo y perseverancia. Regresaron a casa con el trofeo en la mano y una sonrisa en el rostro, sabiendo que habían sido parte de algo increíble y que muchos más aprendizajes les esperaban en el futuro.

- “¿Qué les parece si hacemos un club de fitomejoramiento en la escuela? ” sugirió María, mientras todos se reían y celebraban.

- “¡Sí! ¡Contemos más sobre plantas a otros chicos! ” respondieron todos a la vez, llenos de emoción por su nuevo proyecto.

Y así, los pequeños fitomejoradores no solo aprendieron, sino que también llevaron su diversión y su conocimiento a toda la escuela, inspirando a otros a cuidar de nuestras plantas y del medio ambiente.

Desde ese día, el amor por las plantas nunca volvió a ser el mismo en los corazones de María, Tomás, Lucía y sus otros amigos, porque apenas unos tomates los habían llevado a una gran aventura por el maravilloso mundo de la fitomejoramiento.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!