Los Pequeños Granjeros
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos niños llamados Martín y Sofía, que desde pequeños tenían un gran sueño: ser granjeros. Les encantaban los animales, especialmente las ovejas, las cabras, las yeguas y los caballos. Cada fin de semana, visitaban a su amigo Juan, quien cuidaba ovejas en su granja. Juan les enseñaba todo sobre el cuidado de estos animales, y los niños se sentían felices ayudándolo.
- ¿Te imaginas, Martín, tener nuestra propia granja con muchas ovejas como las de Juan? - decía Sofía con entusiasmo. - Sería genial, podríamos tener también cabras y caballos, y cuidarlos todo el día.
Un día, mientras ayudaban a Juan, escucharon un ruido extraño cerca del granero. Era una hermosa yegua que se había escapado de otra granja. Rápidamente, los niños corrieron a acercarse a ella con cuidado. Se dieron cuenta de que la yegua estaba asustada, así que se acercaron lentamente y le hablaron con suavidad. Poco a poco, la yegua empezó a confiar en ellos y permitió que la acariciaran.
- Parece que la yegua se perdió, ¿qué vamos a hacer? - preguntó Martín preocupado. - Tenemos que encontrar a sus dueños, pero por ahora la llevaremos al establo para que descanse y coma algo - respondió Juan. Los niños cuidaron de la yegua con mucho cariño, y al día siguiente, encontraron a los dueños gracias a un cartel que habían visto en el pueblo. Los dueños, agradecidos, les ofrecieron dar paseos en la yegua cuando quisieran.
Los meses pasaron y Martín y Sofía continuaron aprendiendo sobre el cuidado de los animales con Juan. Un día, un hombre del pueblo les contó sobre un concurso de granjas en el que los niños podrían presentar a sus animales. Martín y Sofía emocionados, decidieron participar. Con la ayuda de Juan, prepararon a sus ovejas, cabras y caballos para el concurso. Cuando llegó el día, presentaron sus animales con orgullo, y para su sorpresa, ganaron el premio al mejor cuidado y presentación de animales.
Al terminar el concurso, un granjero local se acercó a ellos y les propuso asociarse para trabajar juntos en su granja. Martín y Sofía, con la bendición de sus padres, aceptaron la propuesta con entusiasmo. Así, cumplieron su sueño de ser granjeros, cuidando ovejas, cabras, yeguas y caballos, junto a su amigo Juan. Desde entonces, la granja de los niños se convirtió en un lugar famoso por el cuidado que brindaban a sus animales. Y así, Martín y Sofía vivieron felices, disfrutando de la vida en la granja junto a los animales que tanto amaban.
FIN.