Los Pequeños Molestadores y el Gran Cambio
Era una mañana soleada en el Jardín de Infantes Arcoíris. Los niños estaban entusiasmados por la llegada de un nuevo día lleno de juegos y risas. Sin embargo, había un grupo de tres niños: Tomi, Lila y Rocco, que siempre estaban alborotando y molestando a sus compañeros.
"¡Mirá, ahí viene Sofía! ¡Vamos a asustarla!" - dijo Tomi con una sonrisa traviesa.
"¡Sí! ¡Eso es divertido!" - gritó Rocco mientras se escondía detrás de un árbol.
A medida que Sofía se acercaba, ellos saltaron de su escondite.
"¡Boo!" - gritaron a la vez.
Sofía se asustó y comenzó a llorar. Justo en ese momento, la maestra Ana se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y se acercó rápidamente.
"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó con un tono serio.
"Sólo estábamos jugando, se lo juro, maestra!" - respondió Lila con una sonrisa nerviosa.
"¿Jugando? ¿Es jugar hacer llorar a un compañero?" - dijo la maestra mientras se agachaba a la altura de Sofía. "Sofía, cariño, ¿quieres contarme qué pasó?"
Sofía, entre sollozos, explicó.
"No quería que me asustaran. Solo quería jugar con todos..." - dijo entre lágrimas.
La maestra Ana, al escuchar esto, decidió hablar con el grupo de niños.
"Chicos, ¿sabían que el juego es mucho más divertido cuando todos se sienten incluidos?" - les preguntó. "¿Alguna vez pensaron en lo que se siente cuando alguien les hace algo que no les gusta?"
Los tres niños se miraron entre sí, un poco confundidos.
"Pero... no queríamos hacerle daño... solo nos divertíamos..." - respondió Lila, rascándose la cabeza.
La maestra sonrió y dijo: "Vamos a hacer un ejercicio. Todos juntos, vamos a sentarnos en el círculo y compartir una historia sobre algo que nos gusta hacer, y luego una cosa que no nos gusta que nos hagan. ¿Les parece?"
Los niños, aunque inseguros, aceptaron la propuesta de la maestra. Se sentaron en un gran círculo en el patio. La maestra comenzó.
"A mí me gusta mucho pintar, pero no me gusta que me interrumpan cuando estoy concentrada. Ahora ustedes..." - dijo la maestra sonriendo.
Uno a uno comenzaron a compartir. Primero fue Mateo.
"A mí me encanta jugar al fútbol, pero no me gusta cuando me gritan cosas feas" - dijo, mirando al suelo.
Luego fue el turno de Sofía.
"Yo me siento muy triste cuando me asustan porque me gusta ser amiga de todos" - comentó, sonriendo tímidamente.
Al finalizar el círculo, era el turno de Tomi, Lila y Rocco.
"A mí no me gusta cuando no me dejan jugar, solo quería hacer reír a mis amigos" - dijo Rocco, mirando a Sofía.
"Yo tampoco... no entendía que podía herir a alguien con mis juegos" - confesó Lila.
"Y a mí me gustaría jugar todos juntos sin hacer llorar a nadie" - finalizó Tomi con sinceridad.
La maestra Ana se emocionó al ver cómo todos reflejaban en sus rostros el entendimiento.
"¿Qué les parece si hacemos un equipo para crear un nuevo juego? Un juego donde todos puedan participar y reír juntos. Sin molestias ni asustos" - sugirió la maestra.
Los ojos de los niños brillaron. Todos empezaron a hablar al mismo tiempo, llenos de ideas.
"¡Podemos hacer una búsqueda del tesoro!" - gritó Lila.
"¡O un juego de escondidas pero sin asustar!" - dijo Sofía emocionada.
"Yo quiero hacer un juego en el que todos seamos amigos y nos ayudamos" - añadió Rocco.
Ese día, los niños aprendieron que las risas son más grandes cuando todos participan y que es mucho más divertido jugar sin lastimar a los demás. Todos juntos, diseñaron su propio juego que al final se convirtió en la sensación del jardín.
Desde aquel día, Tomi, Lila y Rocco decidieron ayudar a sus compañeros y formar parte de las diversiones sin hacer sentir mal a nadie. Se dieron cuenta que en la amistad y el respeto, el juego se volvía más colorido y grandioso.
El jardín de infantes nunca fue el mismo, y del grupo de los tres pequeños molestadores, emergieron los nuevos amigos más increíbles que Arcoíris había visto.
Y así, todos aprendieron la importancia de respetar a los demás, porque cada niño tiene derecho a reír y jugar, y juntos, podían crear un mundo maravilloso en su jardín.
FIN.