Los Pequeños Superhéroes y el Dragón Mágico



Era un día soleado en la Escuela Primaria Barrilete, y los niños de la clase de quinto grado estaban muy emocionados. La profesora Miranda les había propuesto un juego de roles donde cada uno se convertiría en un superhéroe. A medida que se fueron poniendo las capas y las máscaras, cada uno eligió sus poderes especiales.

"Yo puedo volar y lanzar rayos de energía!", dijo Valentina, levantando sus brazos hacia el cielo.

"Yo soy Super Tigre y puedo correr más rápido que un rayo!", exclamó Miguel, dejando atrás su mochila.

"Y yo tengo el poder de hablar con los animales!", añadió Lucrecia, riendo mientras se ataba una bufanda alrededor del cuello.

La profesora Miranda sonrió, encantada:

"Muy bien, pequeños héroes. Hoy tendrán una importante misión: ayudar a la aldea a enfrentarse a un dragón que ha estado causando problemas".

Rápidamente, los niños se agruparon y la profesora Miranda les explicó cómo se había rumoreado que el dragón había robado las provisiones de la aldea. Sin embargo, algo en el tono de la profesora hizo que Valentina pensara dos veces... ¿qué pasaría si el dragón realmente necesitaba ayuda?"¿Y si el dragón no es malo?", sugirió Valentina, mirando a sus compañeros con curiosidad.

"Pero si nos robaron la comida, debe ser un villano!", replicó Miguel, aún con la adrenalina del juego.

Con determinación y un plan en mente, los niños decidieron que, antes de enfrentarse al dragón, ellos lo buscarían y tratarían de hablarle. Caminando por el bosque detrás de la escuela, encontraron un sendero que parecía llevar a la cueva del dragón. Mientras avanzaban, comenzaron a escuchar unos sollozos.

"¿Escuchan eso?", preguntó Lucrecia, deteniéndose en seco.

"¡Sí! Es como si alguien estuviera llorando!", observó Miguel.

Los niños se acercaron cautelosamente a la cueva y, cuando asomaron la cabeza, vieron a un dragón enorme, de escamas verdes y ojos tristes.

"¿Qué le pasa?", preguntó Valentina, pensando que tal vez él también necesitaba ayuda.

"¡Vine a asustar!", dijo el dragón con voz temblorosa. "Pero estoy solo y no tengo amigos. ¡Fue el hambre que me trajo aquí!".

Los niños miraron entre ellos, sorprendidos.

"¡No eres un villano! Eres un dragón solitario!", exclamó Lucrecia.

"¿Donde está tu comida?", preguntó Miguel.

El dragón, con una gran tristeza, respondió:

"La verdad es que no sé cómo cazar y por eso me acerqué a la aldea".

Los pequeños superhéroes se miraron entre sí y decidieron que debían ayudar al dragón.

"Podemos aprender a cazar juntos! ¿Qué te parece?", ofreció Valentina, entusiasmada.

"Y además, te podemos presentar a nuestros amigos en la aldea", añadió Lucrecia.

El dragón sonrió por primera vez.

"¿De verdad? ¡Me encantaría!".

Así fue como, con paciencia y diversión, los niños ayudaron al dragón a aprender sobre la caza. También lo llevaron a la aldea, donde al principio todos estaban asustados, pero pronto comprendieron que el dragón solo necesitaba cariño y compañía. Los aldeanos decidieron ayudar al dragón a cazar y, a cambio, él prometió proteger la aldea.

"Gracias, pequeños héroes! Ustedes no solo me ayudaron a encontrar comida, sino también amigos", dijo el dragón, mientras volaba por encima de la aldea, dejando caer chispas de alegría.

Desde aquel día, el dragón se convirtió en el guardián de la aldea y los niños aprendieron que a veces, lo que parece un villano puede ser simplemente alguien que busca amor y amistad.

"La verdadera valentía no está en luchar, sino en comprender a los demás", reflexionó la profesora Miranda, orgullosa de sus pequeños superhéroes.

Y así, con risas y juegos, los niños de la Escuela Primaria Barrilete vivieron aventuras increíbles con su nuevo amigo, el dragón.

.

FIN.

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