Los Pibes y el Cuadrado Mágico



Era un día soleado en el barrio y cuatro amigos, Alejandro, Alonso, Bruno y Roberto, estaban sentados en el parque, buscando una forma de pasar la tarde. De repente, Alejandro descubrió algo brillante entre las hojas.

"¡Che, miren esto!" - exclamó Alejandro, mostrando un pequeño cuadrado que relucía bajo la luz del sol.

"¿Qué es eso?" - preguntó Bruno, acercándose para observarlo mejor.

El cuadrado era de un material extraño, como si estuviera hecho de luz. Al tocarlo, un suave zumbido recorrió sus manos.

"¡Es un cuadrado mágico!" - dijo Roberto, con ojos grandes de asombro. "Dicen que puede conceder deseos."

"No sé, me parece un mito..." - dudó Alonso. "Pero podríamos probarlo."

Los cuatro amigos se sentaron en círculo alrededor del cuadrado, llenos de curiosidad. Alejandro tomó la palabra:

"Si es mágico, deberíamos pensar en un deseo que beneficie a todos."

Después de discutirlo un rato, decidieron que su deseo sería que hubiera más juegos y juguetes en el parque.

"¡Que se haga la magia!" - gritó Bruno, y los cuatro tocaron el cuadrado al unísono.

De repente, una ráfaga de colores iluminó el lugar. Cuando los chicos abrieron los ojos, el parque estaba transformado. Había columpios nuevos, resbaladizos y hasta una mesa de ping-pong.

"¡Wow! ¡Esto es increíble!" - celebró Alonso, corriendo hacia el columpio.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que la llegada de los nuevos juguetes también trajo algo inesperado. Los chicos del barrio comenzaron a pelear por ver quién jugaba primero.

"Esto no está bien, no podemos permitir que el parque se convierta en un campo de pelea", dijo Bruno. "Debemos encontrar una solución."

"Tal vez el cuadrado mágico pueda ayudarnos de nuevo" - sugirió Roberto. "Pero ¿qué deseamos esta vez?"

Los chicos se sentaron nuevamente en círculo. Después de un rato, Alejandro propuso:

"¿Y si deseamos que todos aprendan a compartir y jugar juntos? Así, todos tendremos la oportunidad de divertirnos."

"¡Eso es! ¡Es una gran idea!" - aclamó Alonso. Así que, con entusiasmo renovado, volvieron a tocar el cuadrado mágico.

Más luces brillaron y una voz misteriosa resonó:

"El compartir es un valor importante, que crece cuando se practica."

De repente, todos en el parque comenzaron a ayudarse mutuamente: los niños a compartir sus juguetes y a jugar en equipos. Las risas llenaron el aire mientras todos disfrutaban del nuevo parque.

Al final de la tarde, los chicos se dieron cuenta de algo importante.

"La verdadera magia no reside en el cuadrado, sino en lo que podemos lograr juntos" - reflexionó Bruno con una sonrisa.

Los cuatro amigos se miraron y supieron que su deseo había sido mucho más valioso que cualquier juguete nuevo.

"Sí!" - dijo Alejandro. "La amistad y la colaboración son la mejor magia de todas."

Desde aquel día, el parque se convirtió en un lugar donde todos jugaban juntos, compartiendo risas y juegos. Y los pibes, Alejandro, Alonso, Bruno y Roberto, aprendieron que, aunque un cuadrado mágico puede ayudar, la verdadera felicidad proviene de trabajar en equipo y cuidar unos de otros.

FIN.

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