Los plumones mágicos de Valery



Había una vez una niña llamada Valery, que tenía un gran talento para dibujar. Todos los días, después de la escuela, se sentaba en su escritorio y dejaba volar su imaginación a través de sus lápices de colores.

Pero un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró algo muy especial: unos plumones mágicos. Valery no podía creer lo que veían sus ojos.

Eran plumones brillantes y relucientes, con colores tan vibrantes como nunca antes había visto. Sin pensarlo dos veces, agarró los plumones y decidió probarlos en uno de sus dibujos. Al instante, algo increíble ocurrió: ¡el dibujo cobró vida! Aquel trazo se convirtió en un hermoso pajarito que revoloteaba por la habitación.

Valery estaba maravillada por la magia que emanaban esos plumones. Desde ese momento, Valery pasaba horas y horas dibujando con sus nuevos amigos mágicos.

Cada vez que utilizaba uno de los plumones especiales en sus creaciones, estas cobraban vida frente a sus ojos. Podía hacer realidad todo lo que imaginara. Un día soleado, Valery decidió llevar consigo los plumones mágicos al parque para compartir su don con otros niños.

Se sentó bajo un árbol frondoso y comenzó a dibujar animales fantásticos en el aire mientras reían y aplaudían emocionados. Pero entonces algo inesperado ocurrió: un chico malhumorado llamado Lucas se acercó a ella y le arrebató los plumones mágicos sin pedir permiso.

Valery se quedó sin palabras, mirando cómo Lucas corría y comenzaba a dibujar cosas extrañas en el suelo. Sin embargo, para sorpresa de Lucas, sus dibujos no cobraron vida como los de Valery. En cambio, permanecieron inertes en el suelo.

Valery se acercó lentamente y le explicó que solo ella podía darles vida a través de su imaginación y creatividad. Lucas se sintió triste al darse cuenta de que había malgastado la oportunidad de tener un don tan especial.

Le devolvió los plumones a Valery con disculpas sinceras y prometió nunca más robar algo que no le perteneciera. Desde ese día, Valery compartió su talento con otros niños del parque.

Les enseñó a utilizar la magia de la imaginación para crear mundos llenos de color y alegría. Juntos, pasaban tardes enteras dibujando historias fabulosas que les permitían viajar a lugares inimaginables.

Valery descubrió que los plumones mágicos eran mucho más valiosos cuando se utilizaban para hacer felices a los demás. Aprendió que compartir su talento era una forma maravillosa de hacer amigos y construir un mundo mejor.

Y así fue como la niña llamada Valery siguió dibujando con sus plumones mágicos durante muchos años más, llevando alegría e inspiración por dondequiera que iba. Su amor por el arte y su generosidad hicieron del mundo un lugar más hermoso para todos los niños que conocía. Fin

FIN.

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