Los Pollitos Aventureros



Había una vez tres pollitos muy especiales que vivían en un cálido corral de una granja. Melody, la pollita rosita y tierna, siempre soñaba con encontrar la felicidad. Richard, un pollito verde y coqueto, amaba la diversión y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Por último, Darwin, el pollito marrón y gruñón, era un poco más reservado y siempre tenía una respuesta sarcástica para todo. Juntos, decidieron emprender un viaje en busca de la felicidad.

Un día, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con un claro lleno de bellos hongos de colores brillantes.

"¡Miren esos hongos! Nunca había visto tantos juntos", dijo Melody, con sus ojos brillando de curiosidad.

"No creo que deberíamos tocarlos, podría ser peligroso", gruñó Darwin, con su típico pesimismo.

Pero Richard, siempre intrigado por lo raro, exclamó:

"Oh, vamos, Darwin. A veces hay que arriesgarse. Tal vez nos den una nueva perspectiva de la vida."

Melody, emocionada, miró a sus amigos y dijo:

"¡Podríamos hacer una poción de felicidad!"

Los tres, en lugar de asustarse, decidieron recolectar algunos hongos (después de asegurarse de que no fueran peligrosos). Cuando regresaron a un lugar seguro, empezaron a preparar una especie de batido.

Mientras lo hacían, Richard dijo:

"¿Y si probamos un poco?"

"No sé... No quiero que me pase nada extraño", respondió Darwin, con un poco de miedo.

Melody, siempre optimista, les sonrió.

"No se preocupen, solo lo probamos un poquito. ¿Qué podría salir mal?"

Así que se sirvieron de aquel batido de hongos. En un instante, comenzaron a sentirse extraños. Colores más vivos, sonidos que parecían melodías, y hasta las nubes parecían bailar en el cielo.

"¡Esto es maravilloso! ¡Miren!", exclamó Richard, dando vueltas mientras las flores parecían reírse.

"No sé si es tan maravilloso...", murmuró Darwin, un poco asustado ante lo que veía.

De pronto, se dieron cuenta de que estaban viendo a un grupo de pájaros que cantaban muy felices en lo alto de un árbol. Pero, cuando se acercaron, descubrieron que los pájaros eran en realidad una familia de ranas que hacían un espectáculo de acrobacias.

"¡Esto es raro!", comentó Darwin.

"Raro pero divertido, ¡mira cómo saltan!", rió Melody.

"Tal vez hay más cosas que no comprendemos. Tal vez deberíamos disfrutarlo", sugirió Richard, sintiéndose ligero y feliz.

Después de un rato, el efecto de la poción comenzó a desaparecer y los tres pollitos se encontraron entre risas y risas, hablando sobre cómo sus ojos habían podido ver cosas que nunca imaginaron.

"Tal vez no necesitamos tratar de ser felices con cosas raras", reflexionó Darwin.

"¿Qué quieres decir?"

"A veces, la felicidad está justo aquí, en nuestros amigos y en disfrutar las pequeñas locuras de la vida."

Melody sonrió y dijo:

"Claro, lo importante es que estamos juntos."

A partir de ese día, los tres pollitos aprendieron que la verdadera felicidad viene de su amistad y de las aventuras simples, no necesitaban probar cosas extrañas. Juntos, siguieron explorando el mundo, disfrutando cada momento y fortaleciéndose como amigos.

Y así, Darwin, Melody y Richard continuaron su viaje, aprendiendo todos los días sobre la amistad, la felicidad y los pequeños momentos que valen la pena. Y cada vez que se encontraban con algo nuevo y extraño, se reían y se echaban bromas, porque sabían que lo más importante era estar juntos.

Fin.

FIN.

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