Los Príncipes de Mami
En un pequeño y colorido pueblo de Argentina, vivían dos hermanos llamados Jeremy y Nicky. Eran muy diferentes, pero se querían mucho. Jeremy era el mayor; un niño curioso y aventurero que siempre estaba inventando juegos. Nicky, por otro lado, era más tranquilo y creativo; le encantaba dibujar y hacer manualidades.
Una tarde, mientras jugaban en el jardín, su mamá apareció con una idea brillante.
"Chicos, ¿qué les parece si hacemos una obra de teatro en casa? ¡Podrían ser príncipes en un reino!"
Jeremy se emocionó.
"¡Sí! Yo quiero ser el príncipe valiente que combate dragones y rescata princesas".
Nicky, pensando en un enfoque diferente, dijo:
"Yo prefiero ser un príncipe que resuelve problemas y demuestra que ser amable es más fuerte que cualquier espada".
Mami sonrió y les ayudó a preparar todo. Juntos, improvisaron disfraces con ropas viejas y decoraron un pequeño escenario en el living de su casa.
"Vamos a necesitar un dragón", sugirió Jeremy.
"Y un montón de amigos que vengan a ver nuestra obra", agregó Nicky.
Con la ayuda de su mamá, organizaron una invitación para sus amigos y familiares, y todos estaban ansiosos por ver el espectáculo. La noche del estreno, el living estaba lleno de risas y emoción. Cuando las luces se apagaron, Jeremy apareció primero, vestido con una capa improvisada.
"¡Yo soy el Príncipe Valiente! Todos temen a mi espada", proclamó mientras levantaba un mágico palo de escoba.
Pero cuando pretendía enfrentarse al dragón (que era un almohadón muy grande), Nicky interrumpió con su personaje.
"Espera, querido hermano. A veces, con un poco de comprensión, podemos resolver conflictos sin necesidad de luchar".
Jeremy se detuvo. Era una idea que nunca había considerado.
"¿Cómo lo hacemos entonces?"
Nicky, con una gran sonrisa, propuso:
"Hablemos con el dragón, que en realidad puede estar triste y solo".
Ambos se acercaron y comenzaron a charlar con el dragón. Al final, el almohadón se convirtió en un amigo que solo quería jugar.
"Nunca había pensado que pudiera haber una solución más sencilla", dijo Jeremy, mientas Nicky sonreía.
Los aplausos resonaron cuando los hermanos revelaron que su obra no solo era sobre valentía, sino también sobre la importancia de hablar y entender a los demás.
"Gracias a todos por venir! Aprendimos que hay maneras de resolver problemas sin pelear", concluyó Nicky.
Jeremy asintió:
"Sí, ser amable es una gran fuerza".
La obra fue un gran éxito, y sus amigos y familiares no pararon de aplaudir. Desde ese día, Jeremy y Nicky decidieron crear una nueva tradición: cada vez que se encontraran con un problema, recordarían que podían solucionarlo conversando y entendiendo las emociones de los demás.
A partir de entonces, los dos hermanos no solo fueron conocidos como los príncipes de su casa, sino también como los príncipes de la paz en su pequeño pueblo. Y así, con risas y aventuras, aprendieron que la verdadera nobleza no está en la fuerza, sino en la bondad y la comprensión.
FIN.