Los Ratones y la Gran Aventura en el Jardín
Era un día soleado en el jardín de la escuela, y la clase de 3 años, conocida como 'Los Ratones', estaba ansiosa por empezar su mañana con su querida seño Vanesa. Los niños, entusiasmados y llenos de energía, no paraban de hablar entre ellos.
"Hoy vamos a hacer manualidades con hojas y flores!" - exclamó Juanito, saltando de un lado a otro.
"¡Sí, sí! Yo quiero hacer una corona de hojas!" - gritó Lulú, moviendo sus brazos con alegría.
Pero la seño Vanesa, siempre atenta y comprensiva, les dijo:
"Hola, mis ratoncitos! Primero, vamos a organizar nuestras cosas y luego, al aire libre, haremos una actividad muy especial en el jardín. ¿Están listos?"
Todos los niños gritaron al unísono:
"¡Sí!"
Así que, poco después, la seño Vanesa llevó a Los Ratones al jardín. Allí, rodeados de flores de colores vibrantes y árboles frondosos, la seño sacó una hoja de papel y explicó:
"Hoy, en vez de manualidades, ¡vamos a emprender una búsqueda del tesoro!"
Los ojos de los niños se iluminaron de emoción.
"¿Un tesoro? ¡Quiero encontrarlo!" - exclamó Lucas, con su gorra al revés.
"¿Qué es un tesoro? ¿Es de oro?" - preguntó Sofía, curiosa.
"No necesariamente de oro, Sofi. Un tesoro puede ser cualquier cosa que valoremos. Y hoy vamos a buscar cosas hermosas en nuestro jardín para hacer nuestro propio tesoro!" - explicó la seño, con una sonrisa cómplice.
Así que, con mini-cestas en mano, empezaron a recorrer el jardín inquietos y emocionados. Fueron descubriendo flores raras, hojas de formas divertidas y hasta una piedra brillante.
Mientras exploraban, Lulú encontró algo que parecía ser una pequeña caja enterrada.
"¡Chicos! ¡Miren esto!" - gritó, señalando la caja.
Los demás se acercaron, intrigados. La seño Vanesa se acercó también, algo confundida pero emocionada.
"¿Qué será, mis ratones?" - dijo ella, curiosa.
"¡Abrila, seño!" - pidió Lucas, con un salto de impetuosidad.
Vanesa abrió la pequeña caja y, en su interior, había un montón de cartas escritas a mano y decoradas.
"¿Qué es esto?" - preguntó Sofía observando las cartas, que eran llenas de dibujos de amigos y mensajes bonitos.
La seño comenzó a leer una de las cartas en voz alta:
"Querido amigo, tu sonrisa ilumina mi día…"
Todos los niños se quedaron en silencio, escuchando. Luego, Lulú agregó:
"¡Es un tesoro de palabras!"
"Sí, son mensajes de cariño y amistad. ¡Eso es un verdadero tesoro!" - dijo la seño Vanesa, sonriendo.
"¡Vamos a escribir nuestras propias cartas!" - sugirió Juanito con entusiasmo.
Así, cada niño se sentó en el suelo del jardín y empezó a escribir o dibujar mensajes para sus amigos, llenos de cariño y buenos deseos. Uno de los mensajes decía:
"Eres el mejor amigo porque siempre compartís tus juguetes".
"¡Yo escribiré sobre lo divertido que es jugar contigo!" - dijo Sofía, concentrada.
Cuando terminaron, la seño Vanesa les propuso tener un pequeño intercambio de cartas entre ellos.
"Vamos a poner nuestras cartas en esta caja, así cada uno se lleva una sorpresa de un amigo al final del día. ¿Qué les parece?"
"¡Genial!" - gritaron todos.
Luego, mientras el sol empezaba a ocultarse, cada Ratón fue sacando la carta de un amigo. Los rostros de sorpresa y alegría eran contagiosos.
"¡Gracias, Lucas!" - dijo Sofía al leer su carta, y le dio un abrazo a su amigo.
"Mirá la mía, dice que siempre le gusta dibujar conmigo!" - exclamó Juanito, feliz.
El día pasó volando, lleno de risas, sorpresas y una reflexión sobre la amistad.
Finalmente, la seño Vanesa, con una gran sonrisa, les dijo:
"Hoy hemos aprendido que el verdadero tesoro no es solo lo que encontramos, sino también lo que compartimos con nuestros amigos. ¿No creen?"
Todos asintieron, llenos de cariño y la emoción por haber vivido un día tan especial.
Así, en la clase de Los Ratones, la gran aventura en el jardín se convirtió en una tradición de amistad y cariño, donde cada día era una nueva oportunidad para descubrir tesoros en cada pequeño gesto de amor.
Y así, felicidad y amistad construyeron un espacio maravilloso donde cada niño podía ser un Ratón lleno de amor.
FIN.