Los renos que no podían volar
Érase una vez en el Polo Norte, donde la nieve nunca dejaba de caer y los copos brillaban como estrellas. En un pequeño taller, Santa Claus y sus renos estaban en plena preparación para la Nochebuena. Pero este año, algo extraño estaba pasando. Los renos no podían volar.
Una mañana, Santa Claus reunió a todos sus amigos en la gran sala del taller.
"Queridos amigos, parece que mis renos no pueden levantarse del suelo. ¡Eso es un gran problema!" - dijo Santa, con un tono preocupado.
Los renos se miraron unos a otros, sus caras largas estaban llenas de desánimo. Uno de ellos, llamado Dasher, rompió el silencio.
"Santa, hemos intentado volar, pero no podemos. Costó mucho más de lo que pensábamos. ¿Qué haremos?" - preguntó Dasher con tristeza.
"No sé, Dasher. Siempre hemos volado juntos. Pero este año será especial, deberíamos encontrar una solución. " - respondió Santa, rascándose la barba.
Los renos pensaron y pensaron. Después de un rato, Blitzen, el reno más pequeño, dijo tímidamente:
"Tal vez podríamos usar un trineo tirado por nosotros en lugar de volar. Puede que no sea tan emocionante, pero podríamos entregar los regalos a pie, como un equipo. " - propuso Blitzen.
"Es una idea genial, Blitzen!" - exclamó Santa. "Siempre he creído que el trabajo en equipo es lo más importante. Nuestros amigos siempre nos ayudan, y este año ellos también pueden unirse a nosotros."
Así, Santa decidió que enviaría cartas a los animales del bosque, pidiéndoles que vinieran a ayudar. En un abrir y cerrar de ojos, un grupo de amigos apareció: los zorros, las ardillas, los osos y hasta el búho sabio.
"Estamos aquí para ayudar, Santa!" - gritó el oso, lleno de entusiasmo. "No se preocupen, ¡haremos un gran equipo!"
Los renos comenzaron a cargar el trineo con los regalos y pronto estaban listos.
"Ahora solo necesitamos un plan. ¿Cómo entregamos todos los regalos?" - preguntó Santa.
El búho pensó un momento y luego, con su voz profunda, sugirió:
"Podríamos dividirnos en grupos. Cada grupo se encargará de una parte del pueblo. Así nos moveremos más rápido y entregaremos todo a tiempo".
Así lo hicieron. Se organizaron en equipos y se dispersaron por el bosque. Cada vez que un grupo entregaba un regalo, todos se sentían más felices y emocionados.
Mientras ellos trabajaban, un par de renos que intentaban volar se sintieron un poco celosos.
"No entiendo por qué no podemos volar como siempre. ¡Este no es el espíritu navideño!" - se quejaba uno de los renos más viejos.
El reno más joven, un amigo de Blitzen, se acercó para calmarlo.
"Pero estamos haciendo algo increíble. Estamos aprendiendo a trabajar en equipo! Eso también es parte del espíritu navideño. ¡Nunca se nos había ocurrido hacer esto antes!"
Finalmente, cuando el último regalo se entregó bajo una pequeña casa, un sentimiento de alegría llenó el aire. Todos se reunieron en la plaza del pueblo, iluminada por las luces de Navidad y la nieve que caía.
"¡Lo logramos!" - gritó Santa, emocionado. "Gracias a todos, hemos vivido una experiencia maravillosa. No se necesita volar para tener un gran espíritu navideño!"
Los renos, los animales del bosque y Santa se dieron cuenta de que la verdadera magia de la Navidad no estaba en volar, sino en la amistad, el trabajo en equipo y la generosidad.
Ya no se sentían desgraciados. Desde ese día, cada año, recordaban aquella Nochebuena donde, a pesar de no poder volar, pudieron trabajar juntos y repartirse las tareas para que cada uno aportara su grano de arena. Y así, aprendieron que siempre hay formas creativas de resolver los desafíos, especialmente cuando se pueden contar con amigos.
Y, por supuesto, cada reno y animal del bosque siempre estaría listo para unirse a Santa en la Nochebuena, sin importar lo que pasara, porque lo más importante era la unión y la alegría de dar.
Este año, mientras la luna brillaba y la nieve caía, todos sonrieron, sabiendo que, aun sin volar, habían creado una Navidad inolvidable.
FIN.