Los Retos de la Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, donde todos los niños eran amigos. Cada día, se reunían en la plaza a jugar y crear nuevas aventuras. Un día, Joaquín, un niño muy curioso, sugirió una idea muy especial.
"¡Chicos, y si hacemos retos virales positivos!" -exclamó Joaquín.
Los otros niños lo miraron con cierta confusión.
"¿Retos virales positivos? ¿Qué es eso?" -preguntó Valentina, que siempre estaba lista para nuevas actividades.
"Son desafíos que ayudan a los demás y nos hacen sentir bien a nosotros también. ¡Pensémoslo juntos!" -respondió Joaquín.
Así fue como, el primer reto se lanzó: cada uno debía ayudar a alguien en la comunidad. ¡Era el Reto del Buen Corazón!
Esa tarde, cada uno se fue a conocer cómo podía hacer su parte.
Valentina decidió visitar a Doña Rosa, una anciana que a veces se sentía sola.
"Hola, Doña Rosa, vine a ayudarle con su jardín, ¡me encanta ver cómo crecen las flores!" -dijo Valentina.
"Oh querida, eso es muy amable de tu parte, muchas gracias. ¡Vamos a plantar juntos!" -respondió Doña Rosa con una gran sonrisa.
Mientras, Joaquín decidió hacer algo diferente.
"Voy a hacerte un dibujo, Lucas, para que sonrías más en el cole" -le dijo a su amigo que estaba un poco triste por una pelea que había tenido con su hermano.
Y así, el día terminó con cada niño sintiéndose feliz por haber hecho algo bueno. Sin embargo, ocurrió algo inesperado:
Esa noche, mientras dormían, Doña Rosa llamó a Joaquín.
"¡Joaquín, despierta!"
"¿Qué sucede, Doña Rosa?" -preguntó asustado.
"He tenido una idea brillante. ¡Vamos a hacer el Reto de la Amistad!"
Al día siguiente, Joaquín reunió a todos los amigos.
"Chicos, Doña Rosa tuvo una gran idea. ¡Hagamos el Reto de la Amistad! Consiste en que cada uno invite a un amigo a jugar algo nuevo y diferente. Esta vez no será solo ayudar, sino también compartir y disfrutar juntos."
Todos estaban emocionados.
"Yo invito a Sofía a mi casa a hacer cerámicas", dijo Leo.
"Y yo invito a Joaquín a un día de deportes en las canchas del barrio" -dijo Valentina.
Los niños se lanzaron a invitar a sus amigos. Pasaron los días, y el pueblo de Sonrisas se llenó de risas. Compartían juegos, comidas y momentos divertidos.
Sin embargo, mientras todo parecía ir bien, notaron que algunos niños estaban un poco excluidos.
"No es justo que sólo nosotros tengamos la diversión. ¿Qué pasará con los que se sienten solos?" -comentó Lucas.
Fue entonces que un nuevo reto surgió:
"¡El Reto de la Inclusión!" -propuso Valentina.
"Invitemos a todos, sin importar si son nuevos o no" -añadió Joaquín.
Así, los niños se unieron y fueron a buscar a todo aquel que se sentía fuera del grupo. Se dieron cuenta de que algunos niños, aunque nuevos en el pueblo, tenían talentos sorprendentes.
"¿Saben qué? Julia toca el piano y le encanta, ¡invitemos a todos a disfrutar de su música!" -dijo Leo.
Finalmente, organizaron un gran picnic donde todos los niños del pueblo fueron invitados. Julia tocó el piano mientras los demás cantaban y bailaban.
"¡Esto es genial!" -exclamó Lucas:
"¿Imaginan lo que podríamos hacer si todos aportamos nuestras ideas y talentos?"
Todos estaban de acuerdo. El reto de la inclusión había hecho que cada uno se sintiera valorado y querido. Habían creado un vínculo más fuerte en su comunidad.
Y así, Sonrisas se volvió un lugar donde las ideas de Joaquín siempre traían sonrisas; creatividad y amistad florecieron en cada rincón.
"¡El próximo reto debe ser el Reto de la Gratitud!" -sugirió Valentina.
Y así, los niños aprendieron que correr retos no solo era divertirse, sino también lecciones de vida. Al final del día, se despidieron sabiendo que juntos podían hacer del mundo un lugar mejor, un reto a la vez.
FIN.