Los Reyes Magos de Belén



Había una vez, en un lugar muy lejano, tres reyes que se preparaban para un gran viaje.

Melchor, Gaspar y Baltasar eran los nombres de estos valientes aventureros que se disponían a recorrer el mundo entero para encontrar al nuevo rey. Con sus camellos cargados de regalos preciosos, partieron hacia Belén, el lugar donde supuestamente había nacido el niño.

Pero no todo sería fácil en este largo camino, ya que atravesaron desiertos ardientes y montañas frías sin comida ni agua. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora? ¡Nuestras provisiones se han agotado!" - exclamó Gaspar con preocupación. "No te preocupes amigo mío.

Si seguimos adelante con fe y esperanza encontraremos lo que necesitamos" - respondió Melchor tratando de animar a su compañero. Así continuaron su travesía hasta que finalmente llegaron a Belén. Allí encontraron al pequeño Jesús junto a María y José, quienes les dieron la bienvenida con alegría.

"¡Bienvenidos sean ustedes! ¿De dónde vienen?" - preguntó José curioso. "Hemos venido desde muy lejos para conocer al nuevo rey" - respondió Baltasar emocionado. Fue entonces cuando los tres reyes entregaron sus regalos: oro, incienso y mirra.

Pero algo extraño pasó cuando Jesús recibió los presentes: parecía saber exactamente quiénes eran ellos y por qué habían venido hasta allí. "¿Cómo es posible? Parece como si este bebé supiera todo acerca de nosotros" - dijo Melchor sorprendido.

Y así fue como los tres reyes descubrieron que Jesús no era un niño común y corriente, sino el hijo de Dios.

A partir de ese momento, sintieron una gran paz en sus corazones y supieron que habían cumplido una misión importante en sus vidas. "Gracias por recibirnos con tanta amabilidad. Nos vamos felices de haber conocido al nuevo rey" - dijo Gaspar conmovido. "Que Dios les bendiga en su regreso a casa" - respondió María sonriente.

Los tres reyes emprendieron su camino hacia casa llenos de alegría y esperanza, sabiendo que habían sido parte de un evento histórico y maravilloso.

Y aunque el viaje había sido difícil, valió la pena cada esfuerzo para llegar hasta donde estaba el pequeño Jesús, quien sería recordado por siempre como el salvador del mundo.

FIN.

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