Los Reyes Magos y la Gran Nevada



Era una noche mágica en el cielo. Los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, estaban listos para iniciar su viaje anual en la noche de Navidad. Sin embargo, este año el clima tenía otros planes. Una gran nevada cubría todo el camino y dificultaba el paso.

"¡No puedo creerlo! ¡Nunca había visto tanta nieve!", exclamó Melchor, tratando de limpiar su túnica llena de copos blancos.

"Es impresionante, pero no podemos quedarnos aquí. Los niños nos esperan con ansias", añadió Gaspar, mirando con preocupación su mapa helado.

"Y tenemos que llevarles sus regalos", dijo Baltasar, señalando los enormes paquetes que llevaban en sus camellos.

Los Reyes concordaron en que no podían rendirse. Debían encontrar una forma de continuar su misión. Mientras pensaban, de repente escucharon un ruido.

"¡Miren!", gritó Gaspar, señalando a un grupo de personas que intentaban despejar un camino cargado de nieve.

Los Reyes se acercaron a ayudar, pero el frío era muy intenso.

"¡Vamos, amigos!", dijo Melchor, flexible y sonriente. "¡Los Reyes Magos también son buenos para cavar en la nieve!"

"No sabemos hacer eso, somos Reyes, ¡no agricultores!", respondió Baltasar con una risa, mientras se tiraba de cabeza a la nieve.

La risa del Rey Baltasar contagió a todos. Los hombres y mujeres comenzaron a reír, y así, juntos, hicieron una cadena para despejar el camino. Con cada palada de nieve, los Reyes comenzaron a contar historias de todos los lugares que habían visitado.

"Una vez, en un pueblo lejano, conocí a un niño que quería ser artista. Le llevé colores brillantes y un lienzo para que pintara su sueño", narró Melchor.

"Y yo, a una niña que soñaba con explorar el mundo. Le regalé un globo terráqueo para que pudiera imaginarse en cada continente", comentó Gaspar.

La gente trabajaba más rápido, inspirada por las historias y la alegría de los Reyes. De repente, un niño que estaba entre la multitud levantó la mano:

"¡Yo también tengo un sueño!", dijo con timidez. "Quiero ayudar a los demás, pero no sé cómo".

Los Reyes se miraron entre sí, pensando en cómo podrían ayudar al pequeño.

"¡Tienes un gran corazón!", dijo Baltasar, acercándose al niño. “Puedes empezar hoy mismo ayudando a los demás a despejar la nieve. Si todos trabajamos juntos, podemos hacer que este lugar brille en Navidad.”

Motivado por las palabras del Rey, el niño comenzó a organizar a los demás y juntos trabajaron como una gran familia. Mientras levantaban nieve, compartían historias y sueños. Así, cada uno encontró una manera de contribuir y ayudarse mutuamente.

Finalmente, el camino fue despejado y las risas resonaban en el aire. Al mirar atrás, los Reyes se sintieron felices; habían logrado lo que se proponían, pero no solo eso, habían unido a la comunidad con su ejemplo.

"Este es el verdadero espíritu de la Navidad", dijo Gaspar, mientras veía a la gente sonreír.

"Regalemos sonrisas y sueños, siempre que podamos", añadió Melchor.

"Así es", concluyó Baltasar. “Y para celebrar, ¿qué tal si repartimos nuestros regalos en el pueblo?"

Los Reyes inundaron el lugar con regalos: juguetes, libros, y sorpresas dulces. La alegría era palpable y todos se unieron en un gran abrazo de agradecimiento.

"Gracias, Reyes! Nunca olvidaremos este día", gritaron los niños, mientras miraban al cielo. Todo, al parecer, estaba diseñado para que ese día fuera especial.

Así, en medio de la gran nevada, los Reyes Magos aprendieron que la verdadera magia de la Navidad se encuentra en poder colaborar y hacer felices a los demás. Y esa, convertida en un día inolvidable, se quedaría grabada en sus corazones.

Fin.

FIN.

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