Los Reyes Magos y la Gran Nevada
Era una mágica noche de Navidad en un pequeño pueblo, cuando los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, iniciaron su viaje para entregar los regalos a los niños. Este año, sin embargo, había algo inusual en la atmósfera: el clima había cambiado repentinamente, y una fuerte nevada cubrió todo el lugar, dejando un paisaje deslumbrante.
"¿Qué hacemos ahora?" -preguntó Gaspar, mirando cómo la nieve caía sin parar.
"No podemos dejar que la nevada nos detenga. ¡Los niños nos están esperando!" -dijo Melchor con determinación.
Los Reyes Magos eran felices y disfrutaban de la nieve, pero sabían que tenían un trabajo importante. Baltasar miró su mapa y los caminos se habían cubierto de nieve. Tenían que encontrar el camino correcto para entregar los regalos a tiempo.
"Pero, ¿cómo vamos a hacerlo?" -se preocupó Baltasar.
"Tal vez deberíamos pedir ayuda" -sugirió Gaspar.
Los tres Reyes se pusieron a pensar en quién podía ayudarles. Fue entonces cuando escucharon las risas de un grupo de niños que jugaban en la nieve.
"¡Miren!" -dijo Melchor, apuntando. "Son los niños del pueblo. Podrían ayudarnos a encontrar el camino."
Los Reyes se acercaron a los niños y les contaron su problema.
"¡Nos encantaría ayudarles!" -exclamó una niña llamada Sofía.
"¡Sí! Podemos mostrarles un camino secreto!" -agregó su amigo Tomás, entusiasmado.
Melchor, Gaspar y Baltasar sonrieron al escuchar la propuesta. Se unieron a los niños y comenzaron la aventura a través de la nevada.
Mientras caminaban, Sofía se deslizaba con gracia en su trineo, mientras que Tomás hacía bolas de nieve para jugar. De repente, un gran árbol caído bloqueó el camino.
"Oh no, ¿cómo vamos a pasar?" -se lamentó Baltasar.
Los niños se miraron y, tras un breve silencio, Sofía tuvo una brillante idea.
"¡Podemos construir un puente de nieve!" -dijo animada.
Todos comenzaron a trabajar juntos, apilando nieve y formando un camino seguro sobre el árbol caído. Después de un rato, lograron abrir el camino y continuaron su travesía.
A medida que avanzaban, la nevada se intensificó y empezaron a sentir frío.
"¡Es hora de un alto!" -propuso Melchor. "Deberíamos tomar un poco de chocolate caliente".
Gaspar sacó un termo lleno del rico chocolate y los niños encontraron unas tazas en la mochila de los Reyes.
"¿Y por qué no hacemos un concurso de muñecos de nieve mientras tanto?" -propuso Tomás.
Fue así como prepararon un concurso muy divertido. Todos hicieron sus mejores muñecos de nieve, mientras disfrutaban del chocolate caliente. Llenos de risas y alegría, los Reyes se sintieron felices de estar rodeados de esos niños.
"La amistad y la cooperación son los mejores regalos de Navidad" -reflexionó Baltasar.
Finalmente, después de mucho esfuerzo y con una bonita lección aprendida, los Reyes Magos y los niños estaban listos para seguir su camino. Con las enseñanzas de trabajo en equipo y la alegría de compartir, los Reyes llegaron a la plaza del pueblo justo a tiempo.
Los niños se despidieron con una gran sonrisa.
"Nunca olvidaremos esta Navidad" -dijo Sofía emocionada.
"Nosotros tampoco, gracias a ustedes" -respondió Melchor, mientras se preparaban para continuar su viaje.
Esa noche, mientras descendían los Reyes Magos por el cielo estrellado, sintieron una calidez en el corazón. La nevada había traído más que solo frío; había traído la magia de la amistad y el espíritu de dar.
Desde ese día, los Reyes Magos decidieron que cada año, en lugar de ir solos, siempre llevarían consigo a un grupo de niños, para juntos aprender y disfrutar de la Navidad en cada rincón del mundo, porque el mejor regalo siempre es el compartir y ayudar al prójimo.
FIN.