Los Saltarines Atados
Había una vez un grupo de niños y niñas que asistían a la Escuela Primaria "Los Pequeños Saltarines". Todos ellos eran muy inteligentes y habilidosos, pero tenían un pequeño problema: ninguno sabía abrocharse los cordones de sus zapatos.
El primer día de clases, la maestra Laura les explicó cómo se hacía. Les mostró el lazo mágico que se formaba al cruzar los cordones y tirar de ellos.
Sin embargo, por más que intentaban imitarla, ninguno lograba hacerlo correctamente. "¡Ay! No entiendo por qué no puedo hacerlo", dijo Martín frustrado mientras miraba sus zapatos desordenados. "Tranquilo, Martín. Seguro solo necesitamos practicar más", le respondió Ana con una sonrisa esperanzadora.
Así comenzaron a practicar todos los días durante el recreo. Se sentaban en círculo e intentaban abrocharse los cordones juntos. Aunque al principio era difícil y algunos se tropezaban con sus propios zapatos, poco a poco fueron mejorando su técnica.
Un día, mientras estaban en plena práctica, llegó al colegio el famoso mago Zapatiños. Era conocido por su habilidad para solucionar problemas relacionados con los zapatos. El mago Zapatiños observó a los niños esforzándose por abrocharse los cordones y decidió ayudarlos.
"¡Hola chicos! ¿Necesitan ayuda con sus zapatos?", preguntó el mago amablemente. Los ojos de todos brillaron de emoción al ver al mago tan interesado en su problema.
Le explicaron que no lograban hacer el lazo mágico y le mostraron sus zapatos desordenados. El mago Zapatiños sonrió y sacó de su sombrero un par de cordones mágicos. Eran dorados y brillantes, como si estuvieran hechos de pura magia. "Estos cordones tienen un poder especial.
Si los usan, podrán abrocharse los zapatos sin problemas", les dijo el mago con una mirada llena de confianza. Los niños se emocionaron y rápidamente comenzaron a reemplazar sus viejos cordones por los nuevos.
Con gran entusiasmo, intentaron seguir las instrucciones del mago para hacer el lazo mágico. Sin embargo, para su sorpresa, seguían sin poder hacerlo correctamente. Los cordones mágicos no parecían ser la solución a su problema.
"¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora?", exclamó Sofía decepcionada mientras miraba sus zapatos aún desabrochados. Pero en ese momento, Ana tuvo una idea brillante. Recordó todas las veces que habían practicado juntos y cómo habían mejorado poco a poco.
"Chicos, creo que hemos estado buscando respuestas fuera de nosotros mismos cuando en realidad ya tenemos todo lo necesario aquí adentro", dijo Ana señalando su corazón. Los demás niños la miraron confundidos hasta que ella continuó explicando:"La clave está en nuestra perseverancia y esfuerzo.
No importa si usamos cordones normales o mágicos; lo importante es creer en nuestras habilidades y seguir intentándolo una y otra vez". Con renovada esperanza, los niños se quitaron los cordones mágicos y volvieron a poner sus viejos cordones.
Determinados, se concentraron en hacer el lazo mágico siguiendo las instrucciones de la maestra Laura. Y esta vez, algo increíble sucedió: uno por uno, los niños lograron abrocharse los zapatos correctamente.
Celebraron con alegría y aplausos mientras descubrían que siempre habían tenido el poder de aprender dentro de ellos mismos. Desde ese día, los niños del colegio "Los Pequeños Saltarines" siempre llevaron sus zapatos bien abrochados. Aprendieron que no hay problema demasiado grande cuando se tiene perseverancia y confianza en uno mismo.
Y así, cada vez que alguien les preguntaba cómo lo habían logrado, respondían con una sonrisa:"¡Con esfuerzo y práctica! ¡Nunca dejamos de intentarlo hasta conseguirlo!"
FIN.