Los Secretos de la Escuela Encantada
Era un día soleado en la pequeña ciudad de Valle Verde, donde los niños corrían y jugaban en los parques. En el centro del pueblo se encontraba una antigua escuela, cuya fachada desgastada por el tiempo escondía muchos secretos. La escuela había sido cerrada durante años, pero un grupo de amigos, formado por Lucas, Ana y Mateo, decidió aventurarse a descubrir qué había dentro.
"- ¿Están listos para lo que podemos encontrar?" - preguntó Lucas, con una mezcla de emoción y nerviosismo.
"- Claro, âhace tiempo que quiero saber qué hay detrás de esas puertas!" - dijo Ana, mientras ajustaba su mochila.
"- Bueno, yo no estoy tan seguro…" - titubeó Mateo.
"- ¡Vamos, Mateo, no seas miedoso!" - lo animó Lucas.
Con mucha determinación, los tres amigos se acercaron a la entrada de la antigua escuela. El gran portón estaba cubierto de enredaderas, y al empujarlo con fuerza, crepitó y se abrió. Al traspasar la puerta, se encontraron en un enorme vestíbulo con paredes cubiertas de polvo y murales descoloridos que parecían contar historias de otros tiempos.
"- Miren, ¡hay un diario!" - exclamó Ana, señalando un objeto antiguo en la mesa.
"- ¡Qué interesante! Tal vez nos cuente la historia de la escuela," - dijo Lucas, mientras lo abría cuidadosamente.
El diario pertenecía a la Señorita Floresta, una maestra que había enseñado en la escuela hace muchos años. Según sus escritos, había un misterio que solo podía resolverse si tres valientes alumnos demostraban su amistad y astucia.
"- ¡Tenemos que resolverlo!" - propuso Lucas entusiasmado.
"- Pero, ¿qué está en juego?" - preguntó Mateo, un poco más intrigado.
"- Dinero, un tesoro... algo que podría ayudarnos a salvar la escuela, ¡y hasta podría ser una aventura!" - respondió Ana con los ojos brillando.
El primer misterio los llevó al jardín, donde un viejo roble mostraba una inscripcióin. "Bajo las raíces crece la verdad; busca el poder del amor y la amistad". Los amigos se miraron, entendiendo que el siguiente paso era cavar cerca del árbol.
Mateo dijo: "- ¿Y si encontramos algo espantoso?"
"- Eso no va a pasar, creo que podemos manejarlo juntos" - respondió Ana, con confianza.
Al mirar más de cerca, encontraron un pequeño cofre. Al abrirlo, encontraron una nota que decía: "El verdadero tesoro es el que llevas en el corazón, pero hay un secreto más que pronto descubrirás. Haz un círculo con tus manos y pide lo que deseas".
"- ¿Un círculo con las manos?" - preguntó Mateo.
"- Vamos a hacerlo, solo por curiosidad" - sugirió Ana.
Se tomaron de las manos, formaron un círculo y cerraron los ojos. Para su sorpresa, un brillo suave iluminó el lugar. Al abrir los ojos, la luz reveló más notas escondidas por todo el jardín, llenas de valores como la amistad, el respeto y la generosidad.
"- ¡Esto es increíble!" - exclamó Lucas.
"- Estamos aprendiendo sobre nosotros mismos" - dijo Ana.
"- Y tal vez arreglemos la escuela ayudando a los demás" - agregó Mateo, que ya no se sentía tan temeroso.
Cada nota que encontraban les explicaba un valor y les daba una tarea: ayudar a un amigo o hacer una buena acción.
En su siguiente aventura, decidieron invitar a otros niños a unirse.
"- ¡Vengan todos a ayudar!" - gritó Ana al ver a un grupo de chicos en el parque.
"- ¿Ayudar para qué?" - preguntó uno de ellos.
"- Para revivir nuestro jardín y traer de vuelta a la escuela!" - explicó Lucas.
Finalmente, tras hacer muchas acciones bondadosas y convertirse en verdaderos amigos, lograron restaurar el hermoso jardín de la escuela y ayudar a otros niños a encontrar también su camino. Cuando regresaron a la escuela, el diario estuvo brillando. De repente, escucharon una risa alegre, como si toda la escuela cobrara vida.
"- ¡Lo logramos!" - gritaron con alegría.
Aprendieron que el verdadero secreto de la escuela era el amor y la amistad que habían cultivado. Valientes, juntos y con un nuevo propósito, decidieron que su tarea era seguir ayudando a otros y mantener viva la memoria de la escuela.
Y así, los tres amigos continuaron sus días, llevando luz y amor a todos a su alrededor, convencidos de que la verdadera magia radica en un corazón valiente y una amistad sincera.
La plaza de Valle Verde jamás volvió a ser la misma, ¡y la escuela encantada les daba la bienvenida cada vez que llegaban!
FIN.