Los Secretos de Max



Era un día como cualquier otro en la escuela primaria El Faro. Los chicos jugaban en el recreo, pero Max, un niño curioso y muy atento a lo que sucedía a su alrededor, estaba preocupado. La semana anterior, había recibido un mensaje raro en su cuenta de correo. Después de un par de días, se dio cuenta de que habían hackeado su cuenta y que sus datos personales estaban en riesgo.

Max decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. "No quiero que a mis amigos les pase lo mismo que a mí"-, pensó. Así nació la idea de hacer una actividad para concientizar a sus compañeros sobre la importancia de cuidar sus datos personales.

Esa tarde, después de clase, se reunió con su amiga Valentina. "Valen, me hackearon la cuenta y estoy muy preocupado. Creo que deberíamos hacer algo para que nuestros compañeros entiendan lo peligroso que es compartir información personal"-, le dijo Max.

"Es una gran idea, Max. Podríamos hacer una presentación y una charla. Yo puedo hacer algunos carteles"-, sugirió Valentina.

Ambos comenzaron a planificar. Se reunieron en la biblioteca, investigaron sobre el tema y prepararon una presentación divertida. Valentina dibujó superhéroes que representaban cosas como "Cuidado con tus Contraseñas" y "No Compartas tu Información Personal".

El día de la presentación, Max y Valentina estaban nerviosos pero emocionados. Convocaron a sus compañeros en la sala de usos múltiples. "Hola a todos, gracias por venir. Hoy queremos hablar sobre algo muy importante: la seguridad en internet"-, comenzó Max.

Los compañeros se miraron curiosos. "¿Qué es eso?"-, preguntó Lucas, un niño aventurero.

"Significa que tenemos que cuidar nuestros datos, como nuestros nombres, direcciones y contraseñas, porque podrían caer en manos equivocadas"-, explicó Valentina mientras mostraba uno de los carteles.

Entonces, Max relató lo que le había pasado: "Un día, recibí un mensaje raro y nunca pensé que podría hackear mi cuenta. Pensé que no era importante, pero ahora sé que sí lo es"-.

La sala se llenó de murmullos y rostros pensativos. Algunos empezaron a darse cuenta de que también habían compartido información sin pensar.

"Yo tengo una pregunta"-, dijo Sofía. "¿Cómo podemos protegernos?"-

"¡Buena pregunta!"-, respondió Valentina. "Podemos usar contraseñas difíciles, no compartir información personal con desconocidos, y siempre preguntar a un adulto si algo nos parece raro"-.

La actividad se volvió cada vez más interactiva. Los compañeros empezaron a hacer preguntas y discutir sobre sus propias experiencias. Max y Valentina notaron que su mensaje estaba teniendo impacto.

Esa semana, en la escuela, los niños comenzaron a cuidarse unos a otros. "Viste que no debo aceptar a nadie en mis redes que no conozca"-, decía Juan a su amigo.

Al finalizar la semana, la directora se acercó a Max y Valentina. "Estoy muy orgullosa de ustedes dos. Gracias a su valiente iniciativa, hemos decidido organizar una jornada de seguridad en Internet por toda la escuela"-.

Max sonrió, sintiendo que había hecho algo bueno. "No solo yo aprendí, sino que todos mis amigos ahora están más seguros. Y eso es lo más importante"-.

Desde entonces, la escuela El Faro convirtió la concientización sobre la protección de datos en una prioridad, todo gracias a un niño y su deseo de proteger a quienes más quería.

Y así, Max y Valentina se convirtieron en los defensores de la seguridad digital en su escuela, demostrando que incluso los más pequeños pueden hacer una gran diferencia.

El recreo nunca volvió a ser igual, pero ahora cada risa y cada juego estaban cargados de un nuevo entendimiento: la importancia de cuidarse en el vasto mundo de internet.

FIN.

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