Los Secretos de Paula



Era un día soleado en Buenos Aires cuando Paula, una joven de ojos misteriosos, caminaba por las calles. Nadie sabía realmente qué había en su corazón, pues se había construido un escudo protector que la aislaba de los demás.

Un día, mientras tomaba un café en su lugar favorito, conoció a Maxi, un chico lleno de energía y siempre dispuesto a hacer sonreír a los demás.

"Hola, soy Maxi. ¿Puedo compartir esta mesa contigo?" - preguntó él, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

Paula lo miró, un poco desconfiada, pero asintió. Maxi logró hacerla reír ese día, algo que no había pasado en mucho tiempo. Desde ese momento, comenzaron a salir, primero a comer y después a bailar.

Cada día, Maxi se esforzaba por conocerla un poco más. Hacía preguntas sutiles y siempre estaba atento a los detalles. Sin embargo, Paula seguía siendo un enigma. Cada vez que le llegaba un mensaje de Maxi, demoraba horas en responder.

"Paula, ¿por qué tardás tanto en contestar?" - le preguntó Maxi una tarde después de bailar.

"Es que a veces me gusta pensar en lo que quiero decir. No me gusta hablar sin más", respondió ella, un poco incómoda.

A pesar de eso, para Maxi, cada pequeña conversación con Paula era como un tesoro. Se dio cuenta de que estaba enamorándose de ella. Sin embargo, había algo que no podía entender: su pasado. No podía imaginar qué había llevado a Paula a ser así.

Un día, mientras paseaban por el Parque Tres de Febrero, Maxi decidió ser honesto.

"Paula, siento que hay algo en ti que no comprendo. Me gustaría conocer tu historia, si querés contármela. Estoy aquí para escucharte."

Paula lo miró fijamente. Por primera vez sintió que alguien realmente quería conocerla por lo que era, no solo por su apariencia. Pero el miedo todavía la asediaba.

"No sé si puedo, Maxi. He guardado mis secretos por tanto tiempo..." - respondió con la voz entrecortada.

Maxi tomó su mano con suavidad.

"No importa cuánto tiempo necesites. Te espero, Paula. Estoy aquí para ti."

Sus palabras la conmovieron, y por un momento, Paula pensó en abrirse. Pero de nuevo, la duda la invadió. ¿Qué pasaría si Maxi se alejaba una vez que conociera su pasado?

Días pasaron y la relación continuaba en un tira y afloja. Maxi hacía todo lo posible para hacerla feliz mientras Paula continuaba cerrándose, hasta que una tarde, durante una de sus salidas, algo inesperado sucedió.

"Paula, tengo que decirte algo," - comenzó Maxi nervioso.

"¿Qué?" - preguntó ella intrigada, mientras comenzaba a inquietarse.

"Creo que estoy enamorado de vos. Me gusta estar contigo, pero no puedo seguir intentando adivinar lo que llevás dentro. Quiero ser alguien en quien podés confiar. Pero para ello, necesito que me cuentes qué te preocupa."

Paula sintió que su corazón se aceleraba. Jamás había esperado que alguien se sintiera así por ella.

"Maxi, yo..." - comenzó a decir, pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta.

En ese instante, los ojos de Paula se llenaron de lágrimas. Todo lo que había guardado por tanto tiempo comenzó a salir.

"Tuve experiencias difíciles que me hicieron construir muros. Creo que el miedo me ha tenido prisionera y, a veces, me da miedo mostrarme. Pero creo que puedo intentar abrirme, porque confío en vos."

Maxi sonrió mientras suavemente le secaba las lágrimas.

"Estoy aquí para escucharte. Seas quien seas, siempre estaré a tu lado, porque para mí sos especial. Él corazón no se puede apresurar, pero juntos podemos sanarlo. Eres una guerrera por haber llegado hasta aquí, y eso es increíble."

Desde ese día, Paula entendió que la verdadera amistad y el amor son capaces de romper cualquier muro. Poco a poco, comenzó a compartir su vida con Maxi, y al hacer esto, también aprendió a valorarse a sí misma.

Juntos descubrieron que la honestidad y la vulnerabilidad pueden ser el camino hacia la libertad. Paula ya no se sentía sola; tenía en Maxi un aliado incondicional, y él, a su vez, descubrió que el amor puede ser la clave para entender lo que hay en el corazón de las personas.

Así, Paula y Maxi aprendieron que, aunque a veces es difícil abrirse, compartir lo que somos con los otros puede traer una felicidad inmensa, y que el camino hacia el amor está hecho de confianza, respeto y ternura.

FIN.

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