Los secretos del jardín de Lola



Había una vez en el jardín de infantes "Rayito de Sol", un grupo de niños y niñas que estaban a punto de comenzar su período de adaptación en la sala de 3 años.

Entre ellos se encontraba Lola, una niña curiosa y traviesa que estaba un poco nerviosa por empezar esta nueva etapa. El primer día, al llegar al jardín, Lola se aferró a la mano de su mamá con fuerza y no quería soltarla.

La maestra, la señorita Ana, se acercó con una sonrisa cálida y le dijo: "Hola Lola, ¿cómo te llamás? ¡Bienvenida a nuestra sala!". -Lola miró a la señorita Ana con timidez y respondió: "Hola, soy Lola".

Poco a poco, con paciencia y dedicación, la señorita Ana logró que Lola se sintiera más cómoda en su nuevo entorno. Le mostró los juguetes, los libros y las pinturas.

-Los días fueron pasando y Lola comenzó a disfrutar cada vez más de sus mañanas en el jardín. Hizo nuevos amigos como Tomás, Martina y Juanito. Juntos jugaban en el patio, cantaban canciones y escuchaban cuentos.

Un día, durante el desayuno en el jardín, Lola vio a Martina llorando porque se le había caído su osito favorito al piso y estaba sucio. Sin dudarlo un segundo, Lola se levantó de su silla, agarró una servilleta y limpió el osito con cuidado.

Martina la miró sorprendida y le dijo: "¡Gracias Lola! Eres muy amable". -Desde ese momento, todos en la sala vieron a Lola como una niña valiente y solidaria. La señorita Ana les explicaba lo importante que era ayudarse mutuamente y ser buenos compañeros.

Un viernes por la tarde hubo una actividad especial en el jardín: ¡una obra de títeres! Todos los niños estaban emocionados por verla. Pero cuando llegaron al salón donde se iba a realizar la función, descubrieron que faltaba uno de los títeres principales.

Lola recordó que lo había visto olvidado en el patio durante el recreo del mediodía. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo hacia afuera mientras los demás la seguían preocupados. Finalmente encontraron al títere tirado debajo del árbol grande del patio.

Con ayuda de todos lograron arreglarlo justo a tiempo para comenzar la función. Al finalizar la obra, todos aplaudieron emocionados e incluso los papás que habían ido a verlos estaban impresionados por lo bien que habían trabajado juntos.

Esa tarde quedó marcada en la memoria de todos como un ejemplo perfecto de cómo trabajar en equipo puede llevarnos a lograr grandes cosas.

Y así fue como Lola aprendió valiosas lecciones durante su período de adaptación en sala de 3 años: sobre amistad, solidaridad y trabajo en equipo; enseñanzas que llevaría consigo durante toda su vida escolar. Desde entonces, Lola siempre recordaría aquellos días con cariñoy seguiría siendo conocidacomo "Lola la valiente" entre sus compañeros.

Una historia inspiradoraque nos enseñaque nunca es demasiado tempranopara aprender grandes leccionessobre cómo ser mejores personas cada día. Fin

FIN.

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