Los secretos del parque de los abuelitos



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una niña llamada Sofía. Sofía era conocida por ser la más honesta y sincera de todo el pueblo. Siempre decía lo que pensaba y nunca guardaba secretos.

A veces, sus amigos se sorprendían de lo directa que podía llegar a ser, pero la querían igual. Un día, mientras Sofía jugaba en el parque con sus amigos, vio a un grupo de abuelitos sentados en un banco.

Se acercó curiosa y les preguntó:- ¿Qué están haciendo aquí sentados? ¿Están contando secretos? Los abuelitos rieron suavemente y uno de ellos le respondió:- No, querida Sofía. Estamos simplemente disfrutando del sol y recordando viejas historias.

Sofía se sentó con ellos y escuchó atentamente cada historia que los abuelitos compartían. Le hablaban de tiempos pasados, de aventuras vividas y lecciones aprendidas. Sofía estaba fascinada por todo lo que escuchaba.

Al caer la tarde, los abuelitos se despidieron de Sofía con cariño y ella regresó a casa corriendo. Esa noche, durante la cena, Sofía le contó a su familia todo lo que había aprendido de los abuelitos en el parque.

- Mamá, papá, ¿saben qué? Los abuelitos tienen muchas historias para contar y no guardan secretos. Yo también quiero ser como ellos cuando sea grande. Sus padres sonrieron orgullosos ante las palabras de Sofía y su deseo de aprender de los demás sin guardar secretos.

- Eso es maravilloso, hija -dijo su mamá-. Siempre es importante escuchar a los demás y compartir nuestras experiencias.

Con el tiempo, Sofía se convirtió en una niña aún más sabia al escuchar las historias de los mayores sin necesidad de guardar secretos. Aprendió el valor de la honestidad y la importancia de compartir con los demás.

Y así fue como Sofia descubrió que no necesitaba guardar secretos para ser especial; su sinceridad y apertura hacia los demás la hacían única en Villa Feliz. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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