Los Sentimientos Juegan al Escondite
Era un día soleado en el Bosque de las Emociones, un lugar donde los sentimientos caminaban y hablaban como si fueran amigos. La Alegría, la Tristeza, el Miedo y el Coraje se reunieron para jugar. De pronto, la Alegría, con su sonrisa brillante, sugirió:
"¡Chicos, juguemos al escondite!"
"¡Súper!" exclamó el Coraje, mostrándose muy entusiasta.
"No sé…" murmuró la Tristeza, un poco dudosa,
- “Siempre me quedo atrás porque a veces me cuesta un poco salir.”
- “¡No te preocupes! Al final soy la que más se divierte en el escondite! ” aseguró la Alegría.
Así, se decidieron a jugar. La Alegría comenzó a contar:
- “Uno… dos… tres…”
La Tristeza buscó un lugar detrás de un árbol, el Miedo se metió bajo una piedra y el Coraje se escondió detrás de un arbusto.
- “¡Diez! ¡Listos o no, allá voy! ” gritó la Alegría y comenzó a buscar.
Primero encontró al Miedo, que estaba temblando bajo la piedra.
- “¡Te encontré! ” rió la Alegría.
- “Ay, no me asustes. Noto que no me gusta perder,” respondió el Miedo, algo apenado.
- “Vamos, disfrutemos del juego,” dijo la Alegría mientras le daba una mano.
Continuó buscando y encontró al Coraje.
- “¡También te vi! ” dijo la Alegría, ahora más emocionada.
El Coraje se rió.
- “Esto es divertido, pero debo confesar que siempre espero que no me encuentres.”
- “¿Por qué? ” preguntó la Alegría.
- “Porque a veces pienso que el juego es solo para quienes están contentos, como vos.”
- “Pero todos somos importantes, ¡y cada emoción es única! ” explicó la Alegría.
Finalmente, la Alegría decidió buscar a la Tristeza. Miró detrás de los arbustos, debajo de las hojas y finalmente la encontró detrás de un gran árbol.
- “¡Te encontré, Tristeza! ”
La Tristeza salió por un momento de su escondite con una sonrisa pequeña.
- “No pensé que me encontrarías tan rápido.”
La Alegría se acercó a ella.
- “Yo siempre te encuentro porque te quiero mucho. No deberías esconderte, todos necesitamos un poquito de tristeza a veces.”
- “¿De verdad? ” se sorprendió la Tristeza.
- “¡Claro! Sin vos, el juego sería un poco menos divertido.”
El Miedo y el Coraje se acercaron a la conversación.
- “Es verdad,” dijo el Coraje. “¡Todos los sentimientos nos hacen completas! No somos solo alegrías o tristezas. Cada uno aporta algo especial.”
- “Exacto,” agregó el Miedo, “a veces me asusta la idea de no ser fuerte como ustedes, pero también puedo ser valiente cuando encaro mis miedos.”
Entonces los cuatro se dieron cuenta de que jugar no solo era sobre ganar o perder, sino sobre estar juntos y aprender a apreciar cada emoción.
- “¡Vamos, volvamos a jugar juntos! ” propuso la Alegría.
- “¡Sí! ” gritaron todos al unísono.
Esa tarde, el Bosque de las Emociones fue mucho más emocionante que nunca. Cada uno de los sentimientos aprendió que jugar al escondite no solo era una diversión, sino una forma de entenderse mejor a sí mismos y a los demás. Y así, los sentimientos decidieron que jugar al escondite sería un juego habitual, un momento de unión y respeto por las emociones de cada uno. Desde entonces, no había escondites en los que se quedaran por mucho tiempo, porque sabían que en el amor de sus amigos podían encontrar siempre un refugio seguro.
Y cada vez que emergía una emoción diferente, la Alegría, la Tristeza, el Miedo y el Coraje se recordaban mutuamente que todos eran importantes en el gran juego de la vida.
FIN.