Los siete amigos de la empatía
En un pequeño pueblo de Argentina vivían siete amiguitos muy especiales: Enojo, Alegría, Engaño, Envidia, Irritante, Tristeza y Recreo. Cada uno representaba una emoción distinta y juntos formaban un grupo inseparable.
Un día soleado, mientras jugaban en el parque del pueblo, comenzaron a sentir emociones encontradas. Enojo estaba molesto porque Recreo no quería jugar a lo que él proponía. Alegría reía a carcajadas al ver las travesuras de Irritante.
Engaño se escondía detrás de un árbol para sorprender a sus amigos. Envidia miraba con deseo los juguetes nuevos de los demás. Y Tristeza se sentía sola y poco estimada. - ¡Vamos chicos! ¡No peleen! - exclamó Recreo tratando de calmar los ánimos.
Pero la situación seguía tensa en el grupo. Fue entonces cuando decidieron sentarse en círculo para hablar sobre lo que estaban sintiendo. - ¿Por qué estás tan enojado, Enojo? - preguntó Alegría con preocupación.
- Me siento frustrado porque nadie quiere jugar a lo que yo propongo - respondió Enojo con sinceridad. - Yo entiendo cómo te sientes... A veces también me pasa que mis ideas no son tomadas en cuenta - dijo Alegría consolándolo. - Y yo...
Yo siempre intento llamar la atención haciendo bromas pesadas porque me cuesta mostrar quién soy realmente - confesó Irritante avergonzado. Así cada uno fue compartiendo sus emociones y descubrieron que todos tenían momentos difíciles y necesidades emocionales diferentes.
Se dieron cuenta de la importancia de identificar y expresar lo que sentían para poder entenderse mejor entre ellos. Con el paso del tiempo, aprendieron a gestionar sus emociones de forma más positiva.
Enojo aprendió a escuchar las ideas de los demás y a ser más flexible en sus juegos. Alegría compartió su risa contagiosa para alegrar el día de Tristeza. Engaño decidió ser sincero consigo mismo y con los demás.
Envidia practicó la gratitud por lo que tenía en lugar de compararse con los demás. Irritante descubrió que podía ser divertido sin molestar a sus amigos constantemente. Y Recreo entendió la importancia de dar espacio a cada emoción sin juzgarla ni reprimirla.
De esta manera, aquellos siete amiguitos lograron fortalecer su vínculo gracias al respeto mutuo hacia sus emociones y necesidades individuales. Aprendieron que todas las emociones son válidas y tienen un propósito importante en la vida, siempre y cuando se gestionen adecuadamente.
Y así siguieron viviendo aventuras juntos, creciendo como personas emocionalmente inteligentes y siendo ejemplo para otros niños del pueblo sobre cómo identificar y manejar sus propias emociones en armonía con quienes les rodean.
FIN.