Los Siete Peces de la Laguna Brillante
En una hermosa laguna llamada Brillante, vivían siete peces que, a primera vista, parecían exactamente iguales. Todos eran de un color azul brillante, con escamas que centelleaban bajo el sol y unas aletas que parecían hechas de cristal. Pero cada uno de ellos tenía un talento especial, aunque solo ellos lo conocían.
Un día, mientras nadaban cerca de la superficie, se encontraron con una lonja de algas que parecía más espesa de lo habitual.
"¿Alguien más lo nota? Esto está muy raro..." - dijo Pipo, el pez más curioso de todos.
"Sí, huele diferente. Como a mar..." - agregó Lila, la pez más soñadora.
"No me gusta. Mejor mantengámonos alejados" - sugirió Tico, más cauteloso.
"Pero, ¿y si hay algo interesante?" - insistió Niko, el pez aventurero.
"No sé, chicos... A veces lo desconocido puede ser peligroso" - agregó Mía, la pez más sabia.
De pronto, un pez anciano apareció por la superficie.
"¡Hola, pequeños!" - dijo el pez anciano, su voz resonante vibraba en el agua. "Soy Don Oto, el pez sabio de esta laguna. ¿Qué hacen tan cerca de las algas?".
"Hay algo raro en el agua y queríamos investigar, pero no estamos seguros" - respondió Pipo.
"Chicos, siempre es bueno explorar, pero hay que hacerlo con cuidado y juntos. Recuerden que las diferencias hacen que cada uno de ustedes sea único. Nunca olviden las habilidades especiales que tienen" - les advirtió Don Oto.
Los siete peces miraron a su alrededor, sintiéndose un poco inseguros, pero decidieron seguir el consejo del anciano.
"Bien, hagamos una cadena. Nos apoyamos mutuamente" - propuso Lila.
A medida que se acercaban a las algas, notaron que había un bello hilo de luz que brillaba a través de ellas.
"¡Mirad, mirad!" - gritó Niko con emoción. "Es un tesoro. No será peligroso si lo hacemos juntos".
Pero, de repente, un socavón de algas se cerró alrededor de ellos, atrapando a los peces en medio del caos.
"¡Ayuda! ¡No puedo moverme!" - chilló Tico asustado.
"Yo puedo usar mis aletas para crear corrientes de agua que nos liberen" - dijo Mía, y comenzó a nadar rápidamente, moviendo sus aletas con destreza.
"¡Genial, pero debemos empujar juntos!" - añadió Pipo, y se unió a ella.
Mientras tanto, Lila comenzó a brillar con un resplandor azul que iluminó las algas.
"Yo haré que esas algas se asusten con mi coloración brillante" - afirmó Lila.
Los demás se unieron, siguiendo sus fuerzas. Niko utilizó su energía para empujar las algas, mientras que Tico, aunque asustado, nadó en círculos para confundir el caos en su alrededor.
Finalmente, después de mucho esfuerzo, se liberaron de las algas enredadas y salieron a la superficie.
"¡Lo hicimos! ¡Funciona!" - celebró Mía.
"¡Gracias a que nos unimos!" - dijo Pipo con una gran sonrisa.
Don Oto observó todo desde la orilla.
"Este es el verdadero valor de la amistad y la diversidad. Cada uno tuvo su momento especial y único. Nunca subestimen lo que pueden lograr juntos" - les dijo con sabiduría.
Desde ese día, aunque eran siete peces similares, entendieron que sus diferencias y talentos únicos los hacían especiales. La laguna fue testigo de una amistad más fuerte y una aventura más brillante que nunca.
Apoyándose los unos a los otros, comenzaron a explorar nuevos rincones de la Laguna Brillante, descubriendo maravillas que jamás hubiesen imaginado, potenciando sus talentos, y aprendiendo que la verdadera magia reside en abrazar nuestras diferencias y trabajar juntos.
FIN.