Los Silabitos de Sílabandia
Había una vez, en un rincón del mundo lleno de magia y colores, un lugar llamado Sílabandia. En este reino vivían unas criaturas mágicas llamadas los Silabitos, que tenían el poder especial de jugar con las sílabas. Cada Silabito cuidaba una sílaba mágica que hacía que las palabras cobraran vida.
Un día, Silabito Si, un Silabito curioso y aventurero, decidió que ya era hora de conocer el mundo más allá de su hogar.
"¡Quiero descubrir palabras nuevas!", exclamó Silabito Si con sus ojos brillando de emoción.
Al salir de su casa de nube de colores, se encontró con su amiga, Silabito La.
"¿A dónde vas, Si?", preguntó Silabito La.
"Voy a buscar palabras nuevas. ¡Acompañame!", invitó Si.
Los dos Silabitos se aventuraron juntos, atravesando prados de flores hablantes y ríos de letras. Pronto llegaron a un bosque donde los árboles susurraban palabras que nunca habían escuchado.
"¡Escuchá!", dijo Si, emocionado.
"Suena a magia. Necesitamos agregar esas sílabas a nuestro repertorio!", dijo La.
Mientras exploraban, encontraron un árbol enorme con una puerta. La curiosidad los llevó a abrirla y, para su sorpresa, se encontraron en una sala iluminada donde un viejo Silabito, el sabio Don Silabeo, guardaba un libro gigante de palabras.
"¿Quiénes son ustedes?", preguntó Don Silabeo con voz profunda.
"Soy Silabito Si y ella es Silabito La. Venimos a aprender palabras nuevas!", respondieron al unísono.
"¡Bienvenidos! Pero para conocer las palabras, deben resolver un acertijo", dijo Don Silabeo, señalando con su bastón.
El Silabito sabio les presentó un acertijo sobre sílabas que al principio pareció muy complicado.
"¿Si logro unir dos sílabas para formar una palabra que hace ruido cuando más suena?", preguntó.
Los Silabitos pensaron y pensaron, hasta que Silabito Si recordó.
"¡Es la sílaba ‘ta’ y ‘c’! ‘Taco’ hace ruido cuando lo comen!"
"¡Correcto! Pero hay más...", dijo Don Silabeo.
"¿Qué palabra puedo formar usando ‘ve’ y ‘la’?", siguió.
Silabito La pensó un rato y exclamó:
"¡Es ‘vela’! ¡Luz y magia!"
Don Silabeo sonrió y les entregó un pequeño fragmento de su libro como premio. Los Silabitos estaban felices enfocándose en las letras que ahora llevaban. Justo cuando creían que todo había terminado, Don Silabeo les avisó sobre un problema en el reino.
"Una sombra ha puesto en peligro la magia de nuestras palabras. Un Silabito separatista llamado Silabo ha robado un trozo de nuestro lenguaje. Sin eso, nuestro reino desaparecerá. Necesito que lo detengan", les dijo con preocupación.
"¡No hay problema! Lo vamos a rescatar!", gritó Silabito Si.
Los Silabitos, ahora armados con sus nuevas sílabas, se lanzaron en la búsqueda de Silabo. Siguieron el rastro de letras y sílabas hasta llegar al oscuro Valle de las Palabras Perdidas. Allí, se encontraron con Silabo, rodeado de palabras desordenadas que había robado.
"¿Por qué robaste nuestras palabras, Silabo?", preguntó Silabito La con valentía.
"Porque quiero ser el único que hable en el reino", contestó en voz baja.
Silabito Si hizo un paso hacia adelante.
"Pero las palabras son para compartir. Si unimos sílabas, creamos historias y podemos hablar entre todos. ¡Es mucho más divertido!", explicó.
Al darse cuenta de lo equivocado que estaba, Silabo se sintió triste y devolvió las sílabas que había robado.
"Lo lamento. No hay magia más grande que compartir nuestras palabras. ¡Gracias por enseñarme!", dijo Silabo, con lágrimas en los ojos.
Los Silabitos lo abrazaron y juntos regresaron a Sílabandia, donde todos celebraron con un festival de palabras. Silabito Si y Silabito La habían aprendido que la amistad y la unión son más poderosas que cualquier poder mágico.
Y así, en ese rincón colorido del mundo, los Silabitos siguieron jugando con sílabas y creando un universo lleno de historias mágicas y hermosas, formando un lazo que nunca se rompería.
"¡Gracias, sílabas y amigos!", exclamaron todos juntos, llenos de felicidad.
Y así fue como Sílabandia se convirtió en un lugar donde las palabras volaban libres, llenando de luz y alegría cada rincón del reino.
FIN.