Los sueños de la Comuna
Érase una vez, en un pequeño pueblo de la grandiosa Francia, donde los campesinos trabajaban la tierra y soñaban con un futuro mejor. En este lugar, había un grupo de amigos muy especiales: Clara, una niña valiente; Luis, un niño soñador; y Ana, una chica muy inteligente.
Un día, mientras recogían flores al borde del campo, Clara gritó: "¡Miren, miren eso!".
Los amigos se acercaron rápidamente y encontraron un antiguo mapa enrollado en una botella. Al abrirlo, vieron que estaba lleno de dibujos extraños de imperios, comunas y paisajes lejanos.
Luis, emocionado, exclamó: "¡Esto debe ser una pista sobre una aventura grandiosa!".
Decidieron seguir el mapa y así comenzaron su viaje hacia la capital del país, donde esperaban encontrar el antiguo Parlamento y un misterioso emperador. Durante el camino, se encontraron con un anciano que estaba vendiendo postales en una esquina.
"¿Qué tienen ustedes ahí, pequeños?" - preguntó el anciano.
"¡Un mapa de aventuras!" - respondieron al unísono.
El anciano sonrió y les dijo: "Este mapa es el camino a la Comuna, un lugar donde la gente trabaja unida y todos son escuchados. Vayan y aprendan sobre la fuerza de la unión y el protagonismo de cada uno."
Siguiendo el mapa, los niños llegaron a la ciudad y se encontraron con un gran bullicio. Gente hablando, riendo, y algunas personas enojadas que discutían sobre el proteccionismo y la industrialización. Clara se preguntó: "¿Por qué pelean?"
Ana, que siempre estaba lista con un libro en su mochila, dijo: "Parece que tienen diferentes ideas sobre cómo construir su futuro. Algunos creen que deben hacer más fábricas, mientras que otros creen que deben cuidar a los campesinos de la tierra".
Decididos a entender más, se acercaron al parlamento que estaba lleno de gente. Allí escucharon a un orador diciendo: "¡Debemos movilizar a nuestros pueblos! ¡Es hora de una nueva república donde todos tengan voz!"
Justo cuando estaban a punto de salir, un niño de su edad, llamado Tomás, se les acercó. "¿Ustedes también quieren saber de qué se trata esto?" - les preguntó.
"Sí, queremos ayudar y ser parte de esta aventura" - respondió Luis.
Tomás sonrió y les dijo: "Perfecto, vamos a la plaza. Allí se habla de la comuna y de cómo formar una sociedad mejor teniendo al campesino en el centro."
Mientras caminaban hacia la plaza, comenzó a llover y los niños se refugiaran bajo un gran árbol. Ya al abrigo, Ana dio una idea brillante. "¿Y si hacemos una reunión con los campesinos, obreros, y niños del pueblo para compartir nuestras ideas?"
Todos estuvieron de acuerdo, así que empezaron a correr la voz. El día siguiente, muchos campesinos y vecinos llegaron al encuentro que habían propuesto. Clara, con su valentía, tomó la palabra: "¡Compañeros! ¡Todos queremos un futuro mejor!".
Luis, inspirado con las palabras de su amiga, añadió: "Cada uno de nosotros tiene un papel importante, tanto los grandes como los pequeños".
Una anciana campesina levantó su mano y dijo: "Nosotros solo queremos que nuestras tierras sean valoradas y que se escuchen nuestras voces."
Fue entonces que Clara sugirió: "Formemos un grupo donde todos puedan aportar sus talentos y sueños. Crearemos una comuna en la que todos se sientan en casa."
La reunión se tornó en una gran fiesta donde todos presentaron sus talentos: unos cocinaron, otros contaron historias y muchos compartieron ideas. Pablo, el anciano vendedor de postales, tomó un tambor y cantó una canción sobre la amistad y la unión.
"Esta será nuestra forma de protestar y trabajar juntos, seremos fuertes como el hierro de las fábricas y suaves como el viento en el campo" - dijo el anciano.
Finalmente, todos acordaron trabajar unidos y tomar decisiones en conjunto. El último día, antes de volver a su pueblo, Clara se despidió de Tomás.
"Nunca olvidemos el poder que tenemos cuando trabajamos juntos. ¡Hasta la próxima aventura!" - exclamó Clara.
Tomás sonrió y prometió que haría todo lo posible para que la comuna creciera. Y así, los tres amigos volvieron a casa, sabiendo que el verdadero poder reside en la unión y que, juntos, pueden construir el futuro que tanto anhelan.
Y colorín colorado, este cuento de unidad e ilusión, ha terminado.
FIN.