Los Sueños de Santiago, Máximo y Benja
En un barrio lleno de risas y sueños, tres amigos inseparables, Santiago, Máximo y Benja, vivían por el fútbol. Cada tarde, después de hacer sus tareas, se juntaban en la plaza para jugar. Con la pelota en los pies, olvidaban todo y solo pensaban en ser como sus ídolos.
Un día, mientras jugaban un partido entre ellos, un hombre mayor se acercó a verles. Era el entrenador del club de fútbol más importante del barrio. Con una sonrisa, les dijo:
"¡Chicos, son buenos en esto! Deberían unirse al equipo y aprender más."
Los tres amigos se miraron emocionados y decidieron seguir el consejo. Desde ese día, entrenaban con seriedad, pero sin dejar de divertirse. Pasaron meses aprendiendo nuevas técnicas y trabajando en equipo. Sin embargo, no todo fue fácil.
Un día, después de un entrenamiento, Máximo se desanimó. "No creo que sirva para esto, siempre me cuesta hacer los goles."
Santiago y Benja, al escucharle, le animaron. "No te rindas, Máximo. ¡Todos tenemos cosas en las que mejorar! Además, lo importante es que disfrutemos jugar juntos."
Con esas palabras, Máximo recuperó la confianza y volvió a esforzarse en cada entrenamiento. Pero un giro inesperado llegó cuando el club decidió hacer una prueba para seleccionar a su equipo juvenil. Los tres amigos estaban nerviosos.
"¿Y si no nos eligen?"- preguntó Benja, mirando al suelo.
"No importa, lo importante es haber dado lo mejor de nosotros"- respondió Santiago, tratando de calmar a sus amigos.
El día de las pruebas llegó. Ni bien empezaron, los tres se dieron cuenta de que el ambiente era muy competitivo. Santiago brilló con su velocidad, Benja mostró su habilidad para driblar a los contrarios y Máximo, aunque no marcaba goles, siempre estaba en el lugar correcto para pasar la pelota.
Al final, los entrenadores anunciaron la lista de seleccionados. Santiago y Benja fueron elegidos, pero, para sorpresa de todos, Máximo no estaba en la lista.
"¿Por qué no me eligieron?"- se preguntaba triste Máximo.
"No te preocupes, amigo. Seguro que esto es solo el comienzo. ¡Podés seguir entrenando!"- le dijo Benja con entusiasmo.
Sin embargo, la tristeza de Máximo era palpable. Aquel día, sintió que su sueño se había desvanecido. Pero Santiago y Benja decidieron que no lo dejarían solo.
"Vamos a entrenar juntos, todos los días, hasta que lo logres. Nunca estamos solos en esta aventura"- le propusieron. Así, los tres se comprometieron a ayudar a Máximo a mejorar.
Pasaron los meses, y aunque Santiago y Benja disfrutaban de sus partidos en el equipo, nunca dejaron de entrenar con su amigo.
Una mañana, el entrenador del equipo llamó a los chicos. "Me he dado cuenta de que Máximo ha mejorado mucho. Me gustaría invitarlo a una nueva prueba."
Los ojos de Máximo brillaron de esperanza. "¡De verdad? ¡Lo intentaré! De esta vez, daré lo mejor de mí."
Llegado el día, Máximo jugó muy bien. Pasó la pelota cuando fue necesario y, al final, logró marcar un gol decisivo que dejó a todos asombrados. Cuando los entrenadores anunciaron que Máximo había sido elegido, el grito de alegría resonó por toda la plaza.
"¡Lo lograste, amigo!"- gritó Benja abrazando a Máximo.
Los amigos celebraron juntos, dándose cuenta de que su camino no solo era sobre fútbol, sino también sobre la amistad, la determinación y el trabajo en equipo. Con el tiempo, Santiago, Máximo y Benja se convirtieron en futbolistas profesionales. Recorrían estadios con sus nombres en la camiseta, pero lo que más valoraban era que, a pesar del éxito, nunca dejaron de lado la magia de jugar juntos en la plaza.
La historia de estos tres amigos se extendió más allá del fútbol, ya que demostraron que los sueños se hacen realidad cuando se trabaja con pasión y se respaldan mutuamente. Así, no solo fueron grandes futbolistas, sino también un gran ejemplo de amistad y amor por el deporte.
FIN.