Los sueños que florecen



Era un cálido día de primavera y el aula de la Escuela Especial "Arco Iris" estaba llena de risas y coloridos dibujos pegados en la pared. Los seis estudiantes de grado 4 y 5 estaban muy emocionados porque se acercaba el día de su graduación.

Entre ellos estaban Lucas y Sofía, quienes tenían discapacidad intelectual profunda, Juan y Ana con discapacidad intelectual moderada, y Tomás y Valentina con discapacidad leve. Todos soñaban con lo que harían después de graduarse.

"¿Qué quieren ser cuando crezcan?", preguntó la maestra Carla, sonriendo.

"Yo quiero ser un artista famoso", dijo Valentina, enseñando un dibujo de un enorme arco iris.

"Y yo quiero tener una fábrica de chocolates", dijo Tomás, con los ojos brillantes.

Juan, con su voz suave, agregó:

"Yo quiero ayudar a los animales en un refugio. Me encantan los perros y los gatos".

Sofía, que siempre se expresaba con gestos, levantó su mano y dibujó en la pizarra un gran corazón. Todos entendieron que ella quería ayudar a las personas, ser enfermera.

Los chicos siguieron hablando de sus sueños, pero Lucas, que casi no hablaba, parecía pensativo. Ana, siempre cariñosa, le preguntó:

"¿Y vos, Lucas? ¿Qué querés hacer?"

Después de un momento, Lucas sonrió y dijo, con un esfuerzo:

"Quiero... quiero hacer un jardín".

Al escuchar eso, todos se miraron sorprendidos:

"¿Un jardín?", preguntó Valentina.

"Sí, un jardín grande, donde crezcan flores y árboles. Para que todos puedan disfrutarlo y estar felices".

La maestra Carla aplaudió con entusiasmo:

"¡Esa es una idea maravillosa, Lucas!".

Con la graduación a la vuelta de la esquina, los niños decidieron hacer un plan: crear un jardín en la escuela antes de irse. Así, podrían dejar un legado de alegría y belleza para los demás.

Los días pasaron, y, armados con palas, semillas y muchas ganas, comenzaron a trabajar en su proyecto. Cada uno tenía una tarea diferente, acorde a sus habilidades. Sofía ayudaba a plantar, Juan se encargaba de cuidar las plantas, mientras que Valentina dibujaba rótulos para identificar las flores. Tomás y Ana se enfocaban en recolectar agua y asegurarse de que todo estuviera en orden. Lucas coordinaba, con su mirada atenta, asegurándose de que todos se sintieran incluidos.

Sin embargo, un día, mientras estaban trabajando, se desató una fuerte tormenta. Cuando la lluvia pasó, todos se dieron cuenta de que la tierra de su jardín se había desbordado y muchas semillas habían desaparecido.

"¡No!", exclamó Valentina, llorando.

"¿Qué vamos a hacer ahora?", dijo Tomás, angustiado.

Pero Lucas, que había estado observando, dijo:

"Podemos volver a plantar. Habrá que repetir, y esta vez más fuerte y unidos. Las flores también crecen después de la lluvia, igual que nosotros".

Las palabras de Lucas inspiraron a todos. Así que, con renovada determinación, comenzaron de nuevo, cada uno aportando lo mejor de sí para reconstruir su jardín.

El día de la graduación, el jardín estaba espléndido. Flores de todos los colores florecían, y en el centro colocaron un gran cartel que decía: "GRADUADOS 2023 - JARDÍN DE LOS SUEÑOS".

Durante la ceremonia, cada uno subió al escenario para contar lo que soñaban hacer.

"Voy a seguir dibujando y pintando", dijo Valentina.

"Trabajaré en la fábrica de chocolates", dijo Tomás, iluminado.

"Voy a ayudar a los animales, porque todos merecen amor", afirmó Juan.

"Cuidaré a las personas con mi cariño", aseguró Sofía.

Al final, Lucas, con la voz un poco temblorosa, dijo:

"Yo quiero que este jardín sea un lugar donde los sueños florezcan, para todos".

Todo el público aplaudió con fuerza. La maestra Carla, con lágrimas en los ojos, abrazó a todos los chicos y les dijo:

"Son un ejemplo de perseverancia y alegría. El jardín que han creado será un símbolo de lo que pueden lograr juntos".

Así, los graduados de la Escuela Especial "Arco Iris" no solo se despidieron de la escuela, sino que también dejaron un hermoso jardín que florecería por años, lleno de sueños, risas y la promesa de que, independientemente de las adversidades, siempre hay un lugar para la esperanza y el amor.

Y así, el jardín se convirtió en un punto de encuentro para todos en la comunidad, donde los chicos, cada uno a su manera, continuaron ayudando a los demás y aprendiendo sobre la amistad, el trabajo en equipo y la importancia de los sueños.

FIN.

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