Los Sueños que se Siembran



Era una mañana soleada en la escuela rural de la señora Karime. Los pájaros cantaban alegremente y el viento suave hacía bailar las hojas de los árboles. La profesora, conocida por su dedicación y su forma cariñosa de enseñar, había decidido que era el día perfecto para hablar sobre los sueños.

— Hoy vamos a hacer una actividad especial —anunció con una gran sonrisa—. Quiero que cada uno de ustedes escriba en una hoja qué sueña ser cuando crezca. Pueden ser lo que quieran, ¡no hay límites!

Los niños se miraron entre sí con emoción. En ese salón de clases se encontraban Benjamín, que siempre soñó con ser un gran agricultor; Lucía, que quería viajar y ser reportera; y Tomás, quien había expresado su deseo de ser un famoso músico. Todos estaban entusiasmados.

Cada uno tomó su hoja y comenzó a escribir con fervor. Al terminar, pasaron sus hojas a la profesora Karime para que las leyera. Después de un rato, Karime levantó la vista, y con mucha curiosidad, dijo:

— Que lindos sueños tienen. Pero, ¿sabían que muchos de sus sueños pueden hacerse realidad si trabajan duro?

— ¿De verdad? —preguntó Benjamín con los ojos bien abiertos—. Mi papá dice que ser agricultor es muy difícil.

— Claro que lo es. Pero si te apasiona, siempre habrá maneras de aprender y mejorar. ¿Alguno de ustedes conoce a un agricultor? —Karime dirigió la mirada a sus alumnos.

Lucía levantó la mano,

— ¡Sí! El abuelo de Mateo tiene un campo enorme. Siempre nos da frutas y verduras.

— Exacto, Lucía. Ellos han trabajado su vida entera para lograrlo. ¿Y cómo se siente al recibir esas frutas y verduras? —siguió Karime.

— ¡Rico! —gritaron todos al unísono, riendo.

— Bueno, ¡hoy vamos a hacer una pequeña visita al campo del abuelo de Mateo! Tal vez él pueda contarnos su historia y darnos algunos consejos, ¿qué les parece? —propuso la profesora.

Los niños gritaron de alegría mientras preparaban mochilas con agua y almuerzo. A través del camino, Karime les habló sobre la importancia de la educación y de aprender de los demás. Al llegar, el abuelo de Mateo los recibió con los brazos abiertos.

— ¡Hola, chicos! —exclamó el abuelo—. ¡Qué alegría verlos! ¿Quieren conocer mi huerta?

Los niños asintieron emocionados. Mientras recorrían el lugar, cada uno hacía preguntas al abuelo. Tomás, que soñaba con ser músico, le preguntó sobre la música de la naturaleza.

— ¿Escuchan el canto de los pájaros? —dijo el abuelo—. Eso es música. La vida en el campo tiene su propia melodía. Y mientras más la escuchen, más inspiración tendrán para sus propios sueños.

Karime observaba cómo los niños aprendían de manera activa, haciendo preguntas, riendo y disfrutando el momento. Al final de la visita, el abuelo de Mateo compartió una hermosa lección:

— La vida es como cultivar un buen campo. Si siembras con amor, paciencia y dedicación, cosecharás frutos maravillosos. No tengan miedo de perseguir sus sueños.

De regreso a la escuela, todos estaban charlando entusiasmados. Cada uno compartió algo nuevo que había aprendido.

— Yo también quiero aprender más sobre plantas —dijo Benjamín—. Quizás algún día tenga mi propio campo.

— Y yo quiero hacer un reportaje sobre la vida en el campo —se apuntó Lucía—. ¡Va a ser genial!

Tomás, con una sonrisa, agregó:

— Me imagino componiendo una canción sobre todo esto. La música del campo.

Al llegar a la escuela, Karime les pidió que escribieran sobre lo que habían aprendido en el campo. Los niños escribieron historias llenas de entusiasmo sobre sus sueños y cómo emprenderían el camino para alcanzarlos.

Esa tarde, mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas, Karime sonrió al ver que sus alumnos no solo soñaban, sino que también comenzaban a entender el poder del esfuerzo y la comunidad. Sabía que, como buenos sembradores, pueden cultivar sueños y transformarlos en realidades si se lo proponen.

Así alcanzaron cada uno de ellos nuevas metas y, con el tiempo, se convirtieron en lo que verdaderamente deseaban ser, inspirados por la sabiduría del abuelo de Mateo y el apoyo incondicional de su maestra Karime.

FIN.

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